Danny (Adam Sandler) es un cirujano plástico que por un determinado suceso camino al altar se desencantó de las relaciones que tengan un mínimo de compromiso y usa su anillo de bodas para conquistar mujeres. Una noche conoce a la joven maestra de primaria Palmer (Brooklyn Decaer), con la cual puede vislumbrar un futuro. La chica encuentra el anillo, así que piensa que el médico es casado y automáticamente quiere terminar la incipiente relación. Así es que Danny le hace creer que se está divorciando. La docente, para comprobar la historia, quiere conocer a la futura ex esposa. Por lo tanto, a Danny no le queda otra que pedirle a su fiel asistente Katherine (Jennifer Aniston) que se haga pasar por su mujer.
La noche previa a ver Una Esposa de Mentira (Just go with it, 2011), cuya traducción del idioma literal sería “Seguí la Corriente” me cruzé con Hazme Reir (Funny people, 2009), una comedia negra donde el personaje principal, el de Sandler, es un comediante consagrado, millonario y que hace películas de dudosa calidad. Y no pude evitar pensar en el lugar común que el arte imita a la vida: en los últimos años el neoyorkino desafinó la puntería. Más allá de alguna que otra excepción, como No te Metas con Zohan (Don´t mess with the Zohan, 2008), el cine de Sandler perdió parte de la irreverencia que lo caracterizaba.
La primera mitad es la más disfrutable. Está repleta del humor de cuello azul, ácido y burlón –en este caso a quienes se practican cirugías plásticas pero no sin una cuota de cariño- con el cual el ex Saturday Night Live (el clásico programa semillero de comediantes durante más de 35 años) cimentó su carrera. Es en esta parte cuando están los mejores diálogos, muchos evidentemente improvisados, entre el personaje de Sandler con el de Aniston. Convengamos que no es difícil hacer una pared de improvisación con Sandler, pero hay que saber mantenerle el ritmo y tener buen timing, algo para lo que hay que tener un nivel de talento, sino Billy Madison te deja sin pantalla.
Es durante todo el viaje a Hawai que la cosa se empantana. Desde hace un tiempo que a Sandler se le notan los años, cumplirá 45 este año, y la llegada del éxito –con la comodidad que esto implica- al ex Conde del Weekend Update, un gran personaje que daba las noticias en formato de ópera en un segmento de SNL. El ritmo de la película decae, yendo más hacia lo previsible, conservador –hace foco en la familia y lo que significa tener una- y muchas situaciones se sienten forzadas. Por ejemplo: la competencia de baile entre Catherine y Devlin Adams (una Nicole Kidman fuera de ambiente) tiene poco justificativo.
Dennis Dugan, colaborador con el cómico desde hace más de 15 años y con quien han hecho varias películas como la reciente y algo decepcionante Son como Chicos (Grown ups, 2010) o Happy Gilmore (1996), le da lugar a todos –incluyendo paneos a viejos amigos de SNL- para que puedan hacer lo que saben y encuentra en los niños que personifican a los hijos de Catherine una gran dupla de punchliners.
Aunque conocemos el destino adonde Una Esposa…nos va a llevar desde el trailer, el camino es disfrutable, con buena vista y pocos baches.