Del mismo equipo que entregó la satisfactoria experiencia de Tadeo Jones, llega otro film animado con ciertos puntos en contacto con aquella oda a Indiana Jones.
No caben dudas que a la dupla Enrique Gato, Jordi Gasull, director y guionista respectivamente de ambas propuestas, le gustan los films de aventuras hollywoodenses.
Esta vez homenajean uno de los hechos históricos más trascendentales del país del norte, y probablemente, del mundo, la llegada del hombre a la Luna.
El protagonista es Mike Goldwing, un niño de 12 años, perteneciente a una familia de astronautas con algunas dificultades en el pasado. Hay un villano que, mediante un artilugio temporal, pretende borrar la idea de que el hombre llego al satélite terrestre mediante el robo de la bandera yanqui que los tripulantes del Apolo XI plantaron en ese suelo, todo con el propósito de quedarse con una fuente de energía importante.
Mike, quiere reivindicar a su familia, se inmiscuye en la NASA, y viaja a la Luna junto a su heroico y conflictuado abuelo, y a su mejor amiga Amy, para impedir los maléficos planes.
En la Tierra, los agentes de la NASA, su familia, y otro amigo, Marty (en este caso un inventor que nos hará acordar a Los Goonies) serán los encargados de guiarlos. Hay también un lagarto chico, propiedad de Marty que viaja junto al trío, y hará las veces de comic relief.
Hay buenos mensajes, un cuidado en los detalles importantes, y cierto ritmo que pese a decaer por momentos nunca llega a aburrir.
La calidad de la animación mejoró aún más que en la sobresaliente Tadeo Jones, siendo ese su punto más alto. No sucede lo mismo con su guión que inmediatamente nos hará recordar a dos propuestas también provenientes de Europa rindiéndole pleitesía al país de tiras y estrellas, Planeta 51 (también española) y Fly me to moon (holandesa).
En este caso, el argumento pone el mensaje por sobre las formas. Hay ciertas cuestiones que solo los más chicos podrán tomar como posibles, muchas casualidades, personajes pintados con el trazo grueso del histrionismo, y recalcamos, mucho amor a un país que no es el propio.
A diferencia de Tadeo Jones, que homenajeaba y se tomaba en solfa en partes iguales la creación de Spielberg y Lucas; Una familia espacial (que en España se conoció como Captura la bandera) abandona cualquier burla, no solo porque es menos graciosa que Tadeo, sino porque se juega de pleno por la corrección política. La sociedad está descreída que realmente el hombre haya llegado a la Luna (la teoría de Kubrick, siempre presente en el inconsciente), y los personajes de Una familia… tienen como misión hacer que no queden dudan de la veracidad de aquella epopeya.
Hablamos de un film entretenido, logrado desde lo técnico, agradable a la vista, y con el suficiente dinamismo como para atrapar a las distintas edades (aunque el tomo sea claramente para niños menores a los doce); si el análisis queda ahí, la propuesta es satisfactoria. Entonces, es mejor no indagar en el más allá.