Es la simpatía de Vince Vaughn -y no otra cosa- la que logra que esta historia, la de un hombre cuya donación de esperma, veinte años atrás, ha resultado en más de 500 hijos, decide enfrentarse a ello y, en el camino -como siempre sucede en el cine- aprende algunas cosas. Vaughn es un gran comediante y su aspecto de niño grandote, de adulto a medio cocer, cuaja perfectamente con la historia, que solo tiene como aspecto poco trivial la enormidad de sus cifras.