Esta ópera prima del director Francesco Costábile obtuvo el premio del público en el Festival Internacional de Cine de Berlín con una artesanía, si se me permite, heredera del neorrealismo italiano: porque nos cuenta la historia de una mujer común que vive en las afueras de un pueblo de la Calabria, porque desdibuja la causalidad simple y lineal del mundo que muestra, y porque se desenvuelve en un ritmo alejado de la vertiginosidad del mainstream contemporáneo.
Rosa (Lina Siciliano) es una mujer joven y huérfana que vive en la granja familiar. Sus tareas, como la de las otras mujeres de la casa (la abuela y la tía), hacen a la reproducción diaria de la vida: la elaboración de quesos y de conservas, la venta en el mercado local y el contacto con la clientela (en su mayoría también otras mujeres). Convive además con el tío —el pater familias (en el sentido rancio y fuera de lugar que toma hoy esa expresión latina)— y el primo (siguiente rancio en la línea sucesoria).
Los fuera de foco y las penumbras de los interiores nos meten en el espacio confuso de lo no dicho (el destino de la madre de Rosa, los negocios de los hombres), achatado por la fuerza de la tradición de la familia patriarcal. Hacia el final de la película vemos escenas más luminosas y con realces de color, acompañando la decisión de Rosa de accionar en contra del estado de cosas.
En este sentido, del mismo modo en que el neorrealismo italiano denunciaba las condiciones de vida de posguerra, Una femmina intenta mostrar el modo en que la ‘ndrangheta tiñe de violencia la cotidianidad de miles de mujeres en el seno mismo de sus casas y sus familias. Porque si en El Padrino veíamos que los miembros de la mafia se convertían en “familia”; en esta mafia, con un mecanismo inverso, se recluta a los varones de cada familia, por lo que ésta se convierte en la célula mafiosa.
Lirio Abbate, autor de un libro de investigación que describe la ‘ndrangheta participa en el equipo de guionistas de esta película que, acostumbrades como estamos a los ritmos vertiginosos y a las narraciones con vueltas de tuercas temporales pero con causalidades definidas, puede ser un puntapié inicial para bajar un cambio e informarnos de esta problemática.