Ajustada narración sobre la desidia social e inoperancia juridica
En la localidad Empalme Lobos, anexa a la ciudad de Lobos, en la provimncia de Buenos Aires, habita poca gente, todos se conocen y la parsimonia es lo habitual. Pero, inesperadamente una noche alguien desvía un viejo auto de la ruta, lo estaciona en la orilla de un arroyo y le prende fuego. Un vehículo, cuya dueña es Beatriz (Adriana Ferrer), pero que en esos momentos no lo manejaba sino que estaba al volante una de sus hijas, Lupe, (Lorena Stadelmann), que no está adentro del auto, ni en los alrededores. Desapareció, como si se la hubiese tragado la tierra, no la encuentran por ningún lado. Por decisión propia, su hermana Alba (Sofía Palomino) se involucra activamente en el caso y Beatriz se queda en casa esperando.
Alba se maneja por las vías legales, denuncia a la policía e interviene la fiscalía, pero se demoran demasiado en poner en marcha toda la maquinaria para buscar su paradero.
Las directoras Sofía Brockenshire y Verena Kuri llevan a la pantalla grande un ejemplo, un caso policial como tantos, para que los espectadores vean cómo se atienden este tipo de situaciones.
Con una descripción detallada de la evolución en la personalidad de Alba, y un buen manejo de climas en cada escena, de acuerdo al momento dramático que va transitando, junto a los diálogos exactos, de pocas palabras, pero efectivas, para hacer avanzar la historia en los momentos justos, las directoras tienen bien en claro lo que quieren contar y de qué manera.
Para no perder más tiempo la protagonista investiga por su cuenta, toma las riendas de la búsqueda. La incertidumbre acecha, no recibe ayuda de nadie, tanto en el pueblo como en el sistema judicial, que le dan la espalda, ella se encuentra sola, incluso su madre no colabora, y hace lo que puede o se le ocurre.
La película realiza una aproximación bastante fidedigna de lo que sucede con este tipo de casos en el país, porque los familiares de la víctima tienen que hacer el trabajo de la policía y la justicia. Como le sucede a Alba, quien actúa no como una vengadora anónima sino que asume en parte el rol del estado que no hace lo que tiene que hacer, el que sólo genera agotamiento y desesperanza.