En los planos iniciales de Una hermana vemos cómo un Peugeot 505 se incendia a orillas de un río en las afueras de un pueblo ferroviario de la provincia de Buenos Aires. La dueña del auto quiere ir a revisar los restos, pero la policía no la deja acercarse hasta que llegue el fiscal de turno. Ella -en medio de un ataque de angustia y desesperación- teme la peor de las suertes para una de sus hijas, que no ha regresado al hogar. El cadáver, de todas formas, no será encontrado en el interior del vehículo. Sin embargo, no será la madre sino la hermana menor, Alba (impecable trabajo de Sofía Palomino), quien comenzará una larga e intensa búsqueda. En ese raid se topará con la burocracia estatal y con la frialdad (miedo o desprecio) de muchos vecinos.
Sin necesidad de apelar a ningún tipo de subrayado ni denuncia obvia, el film deja en evidencia los prejuicios y las diferencias sociales en esa zona cercana a Lobos. La propuesta de la alemana Verena Kuri y la canadiense Sofia Brockenshire (ambas estudiaron en la FUC porteña) es, en principio, la de un thriller, pero a los pocos minutos se desmarca por completo del cine de suspenso para convertirse en un relato sobre la búsqueda, la ausencia, el dolor, la incomprensión, la frustración y la sensación de vacío.
El trabajo visual -sobre todo cuando Alba deambula por campos y bosques- es notable y está en perfecta sintonía con las sensaciones que ella va experimentando durante ese trayecto.