Con una interesante trayectoria en diversos festivales, que se inició con su estreno en una sección del Festival de Venecia y pasando por el BAFICI 2017, “UNA HERMANA” narra un suceso propio de una crónica policial pero atravesándolo de lleno con tema intensamente vigente en la sociedad actual como es la violencia de género.
Un auto que aparece quemado a la vera del río y en el mismo momento, la desaparición de Guadalupe, de quien solamente la policía puede aportarle a su madre que no estaba en el vehículo comido por el fuego.
Todo se desarrolla en la localidad de Lobos, Provincia de Buenos Aires, dato que no es menor dado que ese pueblo será uno de los grandes protagonistas del film.
La desolación que genera esa geografía, la inmensidad de ese campo atravesado por el rio y un paisaje abierto e inmenso que no favorece a la contención sino que, por el contrario, se presenta como un escenario hostil e inabarcable, que hablará por sí mismo e interferirá, sin quererlo, sobre el destino de los personajes.
La madre de Guadalupe queda completamente inmovilizada frente al impacto de la desaparición, sin que haya ningún tipo de rastros de lo sucedido, sin que nadie en el pueblo pueda aportar ninguna pista, algún dato que pueda facilitar u orientar la búsqueda.
Es así como Alba, la hermana menor, no solamente se cargará al hombro sostener a su madre y a su sobrino sino que deberá ser ella quien motorice la investigación debiendo lidiar cuerpo a cuerpo con la violencia institucional, la burocracia oficial, la inacción policial y sufrir la indiferencia con la que los potenciales testigos decidan permanecen amparados en el silencio.
Las jóvenes directoras de “Una hermana” son Sofía Brokenshire y Verena Kuri, quienes se han formado en FUC y provienen de Canadá y Alemania, respectivamente. Ellas han logrado impecablemente la compleja tarea de generar un clima angustiante frente a la desaparición y el desamparo, que claramente remite a diversas lecturas de acuerdo con el contexto en el que se desee instalar la historia.
Ya sea en inconsciente colectivo, donde la narrativa de una desaparición tiene connotaciones inmediatas con la dictadura sufrida en nuestro país, así como las cuestiones de género, los casos de trata y los femicidios que son temas tan vigentes y tan vinculados con los compromisos colectivos actuales.
Puede abordarse desde una mirada más adherida a la ficción, esa sensación fantasmática con una Guadalupe onmipresente en todo el relato, presencia que subraya aún más su propia ausencia, como pasaba con ese marido que “pierde” Charlotte Rampling en “Bajo la arena” de François Ozon.
En su desesperada búsqueda, Alba lidiará con un sistema completamente expulsivo que no hará más que minar de piedras su camino (la escena en el juzgado es desgarradora y retrata con abrumadora veracidad la forma con la que la justifica se maneja en nuestro país), con testigos que no quieren hablar y con un pueblo que le da la espalda.
Luego aparecerá otra figura en el rompecabezas, cuando Alba intente acercarse a la empleadora de su hermana para cobrar el dinero que le debían al momento de su desaparición. Y aquí se pone en juego otro de los puntos interesantes de “Una hermana” que es la puesta que hacen las directoras enhebrando ciertas pistas que dejan caer sutilmente dentro del relato.
Nada es estridente, nada es subrayado, nada es contundente. El clima de pérdida en todas sus acepciones va ganando tensión a medida que el relato avanza y los climas se van enrareciendo, generando incertidumbre y dudas sobre lo acontecido y acompañando a Alba con su desesperación y su impotencia.
Sofía Palomino tiene la enorme responsabilidad de cargarse la película en sus espaldas y demuestra su potencial como actriz en este “tour de force” que le demanda la composición de Alba, a la se ofrece con una total entrega y los resultados quedan reflejados en la pantalla con su magnética presencia.
Adriana Ferrer como la madre y Eugenia Alonso como la empleadora –en un papel secundario pero de vital importancia para la trama- construyen sus criaturas con gran oficio y poniendo en juego sus vastas trayectorias (con galardonados trabajos en teatro) para estar atentas a cada detalle en sus composiciones. Un pueblo que calla, una búsqueda a pleno desamparo y la desesperación del correr del tiempo sin saber del paradero de un ser querido.
Sensaciones que las directoras logran plasmar y generar climas inquietantes, con la mirada alejada de las convenciones de un thriller para poder instalarla en el pequeño universo de una familia de pueblo a la que le ha desaparecido una hija, una madre, una hermana.