En Octubre de 2016, Eric Sepúlveda es detenido en Córdoba por poseer aceite de marihuana medicinal y trasladado a un penal de máxima seguridad, amenazado con recibir una condena a 15 años de prisión.
Su historia es el disparador para que periodistas como Martín Armada y Juan Manuel Suppa Altman se interesen por Una Historia de la Prohibición que lleva poco más de un siglo, pero que tiene pocos o nulos triunfos que mostrar a la hora de controlar el consumo de drogas ilegales y sus posibles efectos nocivos sobre la salud pública. Su hipótesis es que conocer ese pasado es la única forma de replantear las estrategias que aún fallan en el presente para poder elaborar nuevas propuestas a futuro.
Con el relato fragmentado como los capítulos de un libro, Una Historia de la Prohibición recorre diferentes momentos del siglo pasado durante los cuales se construyó la idea de que es necesario demonizar y combatir el consumo de algunas sustancias. Por ejemplo, lo que sucedió con el alcohol a principios del siglo pasado en los Estados Unidos; una historia muchas veces retratada por el cine que demostró solo servir para crear y fortalecer poderosos grupos criminales de forma no muy diferente a la que viene sucediendo hace décadas en latinoamérica, en parte por políticas diseñadas por los sucesivos gobiernos del país líder en el consumo de estupefacientes a nivel global.
El relato de Martin Rieznik y Juan Manuel Suppa Altman no profundiza en detalles sobre el consumo o producción de marihuana, solo da el puñado de datos necesarios para proponer su hipótesis de que el sistema actual hace poco o nada para enfrentarse al narcotráfico. Por el contrario, Una Historia de la Prohibición denuncia que el Estado se concentra en atacar a los consumidores antes que a quienes lucran con su necesidad, sin resolver ninguno de los problemas.
Sin juzgar el consumo recreativo, Una Historia de la Prohibición se focaliza en aquellos que hacen un uso medicinal de la planta y sus derivados. Son, muchas veces, quienes más injustamente reciben el asedio de un sistema legal poco claro, llevando a que las distintas fuerzas policiales inviertan recursos en perseguir consumidores que son eventualmente sobreseídos por jueces cuando estos, con las mismas leyes de base, consideran que no han cometido delito alguno.
No es un proceso inocuo. Antes deben pasar por un tortuoso proceso judicial que les exige destinar mucho tiempo y dinero para mantenerse fuera de la cárcel. Mientras tanto, el narcotráfico se enriquece y quienes genuinamente necesitan ayuda para sobrellevar un consumo problemático, son criminalizados en vez de asistidos por el sistema de salud.
Es evidente la profunda investigación que hay detrás de Una Historia de la Prohibición o al menos para el libro sobre el que está basado el documental, por más que el traspaso a la pantalla no sea siempre el mejor, especialmente cuando se trata de material nuevo.
Mientras que toda la parte histórica se siente mucho más sólida y coherente tanto a nivel narrativo como estilístico, Una Historia de la Prohibición hace un poco de agua con las entrevistas actuales mezclando formatos y calidades de imagen sin el mejor de los criterios. Ello no sería tan importante si lo errático no se sintiera también en lo narrativo, donde parece querer abarcar varios hilos conductores al mismo tiempo pero sin llegar a desarrollar ninguno con la profundidad que hubieran merecido, ni decidiéndose a dejar unos afuera para focalizarse en otros.
Seguramente el principal problema es que el tema que propone Una Historia de la Prohibición es demasiado complejo y largo como para ser abarcado en apenas una hora de extensión, apenas alcanzando como introducción.