La mirada de los otros
La vida de Marina es más o menos como la de una chica corriente. Trabaja como cantante en el bar de un hotel, estudia canto lírico, tiene un novio y una perra. Pero Marina no resulta un chica corriente para la familia de su novio, un empresario textil mayor que Marina, quien es una chica trans. Aunque siempre sobrellevó con estoicismo las miradas, los gestos y las palabras ambiguas dirigidas a su sexualidad, después de determinada circunstancia, el equilibrio de su mundo se desvanece en unas horas.
El director Sebastián Lelio llevó nuevamente al cine chileno a las primeras planas con esta película que viene de ganar en Berlín y en los Goya y que en marzo competirá por el Oscar a mejor película de habla no inglesa. Lelio, que suele reflejar a mujeres fuertes en sus películas como fue el caso de "Gloria", regresa con un filme sensible y duro al mismo tiempo, que por momentos cede a los clichés de clase y a las escenas de melodrama, pero que tiene una una clara y elogiable intención de mostrar la fortaleza en medio de la adversidad.
Marina no se embandera en su condición de trans, sino que la vive con naturalidad. El hallazgo de Lelio es lograr que sea la mirada del otro los que delineen conflictos que en realidad ella no tiene, pero que sí parecen consustanciales a un segmento de la sociedad de la que el director muestra varios defectos, el mayor de los cuales es la hipocresía.