Un grito de liberación. Un pedido de comprensión y apoyo en medio del dolor. Sebastián Lelio (“Gloria”) nos introduce en el mundo de Marina (Daniela Vega) por sorpresa, casi tan abruptamente como la pérdida que ella sufre.
Mientras procesa todo lo que le está sucediendo, los obstáculos, la falta de respeto, la mirada hacia otro lugar no hacen otra cosa que fortalecerla y empoderarla. Lelio vuelve a hablar de mujeres, en este caso de una que debe afrontar el desprecio de la sociedad.
Su lucha ubica al film en una propuesta de género sin caer en lugares comunes, y con un acercamiento narrativo (sonoro, de puesta, etc.) al Almodovar más reflexivo. Daniela Vega enorme para una historia con destellos oníricos que potencian aún más su historia.