Resuena el bolero Periódico de ayer de Héctor Lavoe, la letra punzante, tensa, retrata el desamor de una relación que está marchitando o que está por terminar. El ánimo romántico, melancólico, se impone en la mirada fija de Marina Vidal (Natalia Vega) hacia Orlando (Francisco Reyes) quien desde la tribuna de un coqueto hotel en Chile la mira atónito, enamorado.
Ella le dedica con su mirada y fija posesión frente a este hombre maduro, buen mozo que no la detiene. “Orlando mi amor”, le dice Marina y en esa primera línea, el melodrama indefectiblemente comienza a surgir como espacio retórico. Marina Vidal es una chica trans de no más de treinta años, Orlando tiene alrededor de cincuenta y lagos, desde el punto de partida de Una mujer Fantástica, el director chileno Sebastian Lelio, muestra a una pareja enamorada.
La primera secuencia es romántica y nos remontan al binomio excepcional de deseo/amor que nos supiera trasmitir Pedro Almodovar en Tacones Lejanos o la Ley del deseo. Y como devenir, de esa noche de pasión – esta primera parte de la película es valiosísima y la mejor- la muerte inesperada de Orlando – esto no es spoiler, allí arranca el conflicto de la película-. El culebrón pone en centro a Marina quien debe enfrentarse con la familia de Orlando. Lelio, lleva al extremo esta persecución feroz en contra de esta mujer, liderada por Gabo, el hijo mayor de Orlando y de Sonia, su ex mujer.
Es importante resaltar que la clase acomodaticia de Orlando, pone en juego a personajes ambiciosos que se comportan de manera violenta con Marina y todo es por el dinero. La hipocresía de la clase media alta se muestra de manera sórdida. Lelio – y esto me evocó al melodrama de Arturo Riptein, más específicamente en La reina de la noche– nos muestra la descomposición física y moral de la sociedad. Natalia Vega hace una interpretación suprema, su personaje transita el duelo en medio del maltrato, la soledad de su tristeza la pone en el centro de la historia, debe reconstruirse por la pérdida del ser amado y librar batalla a la familia de Orlando.
La atmosfera se vuelve sofocante y por momentos el surrealismo le quita a carga emotiva a la película, además hay ciertas elipsis que entorpecen el relato. Ese comienzo con sonido a tragedia, va perdiendo fuerza a medida que avanza la trama y esto es una lástima. Pero Natalia Vega se pone la película sobre sus hombros y le da el carácter de Ave Fénix a Marina Vidal, una mujer que sufre por la pérdida de su amor.