Se ve en pantalla a un coral seccionado en tres, o quizá en cuatro, pero podría encasillarse a esta película como “góticopueblerina” sin que se tome a este neologismo como despectivo, porque además tiene la singularidad que en la mayoría de las escenas se encuentra una fuerte marcación y desarrollo de teatro de cámara.
Si bien el director declaró al presentar esta película en Pantalla Pinamar 2012 que no desarrolló ninguna escena desde la óptica teatral, el espectador encuentra impreso el mecanismo de teatralidad en muchas situaciones aunque, sin embargo, Bucca logra darles continuidad en una trama cinematográfica.
Esas situaciones, en las que los actores debieron trabajar la emoción con una mínima ayuda del movimiento, influyeron en el desempeño de un elenco integrado por figuras con gran trayectoria en teatro, y todos muestran en esta película que emplearon “tics” teatrales en la construcción de sus roles, sobre todo Viviana Saccone y Alejandro Awada.
El cineasta Pablo Bucca al afrontar un filme coral de esta manera, marca un estilo particular para iniciar su carrera cinematográfica. Un estilo que, de mantenerlo, puede llegar a diferenciarlo y seguramente a ser cuestionado por los cinéfilos.
El espectador, atrapado por el planteamiento desde la intriga, elaborará su propio relato en base a la identificación en alguna de las tres historias tan herméticas en su cierre como lo es el desenlace final.
El cinéfilo encontrará una película técnicamente bien construida a partir de un buen libro aunque por momentos, cuando el director se entusiasmó con los efectos, pierde la agilidad adecuada.