Tres rostros para una mujer
Noche lluviosa, de temporal y en un perdido pueblo del interior se sucede el sepelio de una mujer desconocida, hay frente al féretro un solo hombre -un empleado municipal a quien le han pagado para permanecer junto a la fallecida mujer-, y al tiempo irán llegando otros dos desconocidos que irán revelando, acercando pruebas de sus posibles vinculaciones con la muerta, al parecer cada uno de ellos tuvo en algún momento del pasado algo que ver con ella, aunque en mucho nadie coincide, o acierta en vincular verdaderamente a la extraña para que sea la única, la que yace allí.
La idea a priori del libro de Luis Lozano, que aquí se convierte en la ópera prima del director Pablo Bucca -ambos del mismo origen, de la bonaerense ciudad de Bólivar, donde además está filmada casi en su totalidad-, la idea decimos no deja de ser atractiva, y el arranque del filme lo certifica, pero después en algún punto desbarranca y se pierde algo del interés de la trama -que por ratos parece ser demasiadoooo complicada de armar cual gran "puzzle"- y hasta el espectador puede llegar a preguntarse sonceras como "si nadie sabía quién era esa desconocida que se cae muerta en la plaza pública, como se enteran los demás..??, donde uno (Eduardo Blanco, siempre correcto actor) es de afuera de la ciudad..??".
Igualmente si hay fallas de origen en el guión, no las hay en las vigorosas actuaciones del trío masculino, donde Alejandro Awada sigue ofreciendo su tallo actoral y hasta un Oscar Alegre califica alto con su hombre simple y pueblerino. Pero las palmas mayores son de esa poca aprovechada por el cine Viviana Saccone que compone tres disímiles mujeres que parecen parecerse tanto como no, laburo meritorio sin dudas de creación suya. Una peli simple, sobre el amor, las pérdidas y los encuentros del afecto, no es poca cosa.