Matrimonio reciclado
El film anterior de Guerschuny , “El crítico” nos había gustado más. “Una noche de amor” no está mal, pero es muy difícil lograr química y encanto (algo que la comedia romántica exige) con un actor tan limitado como Sebastián Wainraich. El es Leo, es guionista y está casado con Paola (Carla Peterson). Tienen dos hijos y deben salir a cenar solos porque la pareja que los iba a acompañar, sus amigos, se acaban de separar. Y no saben andar solos. Como un espejo, su vínculo comienza a reflejarse en aquellas dudas. Mientras imaginan qué pudo haberles pasado a sus amigos, revisan conductas y sentimientos. Los hijos le quitaron intimidad; la rutina y el paso del tiempo parecen desgastarlos. Surgen algunas fantasías (ella con un colega y él con una vecina) y los reproches ganan lugar. Carla Peterson se luce: intensa, linda y preocupada. Y tiene que empujar solita este film de comienzo prometedor: Guerschuny no desafina, aprovecha gestos, detalles, el diálogo es conciso, no hay tonterías, aunque sí lugares comunes. Pero el film se queda allí, en algunas réplicas más felices que otra. Nunca logra ir más allá de sus apuntes ocasionales. Incluso desentona cuando apela a recursos narrativos poco felices (coqueteo de ella y porrazo y tristeza de él). “Una noche de amor” dice que, a veces (no hay que exagerar) la crisis ayuda, obliga al replanteo, nos confronta con nuestras fantasía y enseña a regresar a las fuentes, limpiar el camino de malezas y quedarse son lo sustancial.