El amor después del amor
Una comedia romántica construida con oficio, pero también con desniveles actorales que le quitan cierta gracia y fluidez.
Tras su promisorio debut con El crítico, Hernán Guerschuny filmó un guión escrito y protagonizado por Sebastián Wainraich. Reconocido conductor radial y televisivo y popular cómico formado en el universo del stand-up, Wainraich es el principal impulsor, pero también el principal problema de esta comedia romántica de (re)matrimonio. Dueño del punto de vista de la película, de muchos de los diálogos más filosos y de los diversos quiebres tragicómicos del relato, sus evidentes limitaciones (al menos en la pantalla grande) le quitan a Una noche de amor buena parte de la gracia y fluidez necesarias.
Wainraich interpreta a Leonel, un guionista casado desde hace 12 años con una psicóloga llamada Paola (Carla Peterson). Habituados a la rutina familiar (tienen dos hijos), los protagonistas se encuentran con la posibilidad de disfrutar de la velada a la que alude el título. El problema es que la salida de a cuatro originalmente prevista se cancela cuando su pareja de amigos se separa de manera sorpresiva y... ¡quedan solos!
La primera parte del film no está nada mal con la descripción de las inseguridades, contradicciones, vacíos, incomodidades, miserias y fantasmas del matrimonio (seguir pendientes de los chicos, sobrellevar la mala atención en un restaurante y la hostilidad de la gran ciudad, recuperar la capacidad de seducción, lidiar con un “trapito” o con el encargado de un garage), pero a medida que avanza la película se va quedando sin nafta (como el auto de ellos, en un recurso demasiado subrayado). Cuando la crisis de la pareja estalla y la película entra en una zona “dramática”, melancólica y sentimental, la cosa se pone entre banal y torpe, con Wainrach otra vez incapaz de sostener esos registros y climas. La utilización de flashbacks y de escenas con las fantasías eróticas de él (con el personaje de una atractiva vecina interpretada por Justina Bustos) tampoco agregan demasiado.
La película está narrada con indudable oficio (hay muchas escenas nocturnas y en exteriores) por Guerschuny, quien apela a la identificación (y por momento la consigue) con las penurias de esas parejas de largo aliento, dominadas por el desgaste y la previsibilidad. El contrapunto con un avasallante publicitario bon-vivant (Rafael Spregelburd, protagonista de El crítico) y su novia (María Carámbula) es bastante graciosa, pero también demasiado obvia y por momentos forzada. Otro aspecto interesante que el film cuestiona pero en el que no profundiza demasiado es la cobardía/angustia del hombre y su supuesto lugar como garante de la autoridad y la seguridad, ciertos lugares comunes del macho porteño y los clichés de una masculinidad ya perimida.
Las referencias explícitas e implícitas (Seinfeld, los aspectos fóbicos y culpógenos del humor judío, Después de hora) apuntan a un ritmo y una negrura que Una noche de amor extraña en varios pasajes. Estamos frente a una comedia de enredos correcta, premeditamente leve y superficial, pero que no alcanza a funcionar del todo bien en los términos en que está planteada.
PD: La película tiene sendos cameos de Guerschuny y su socio Pablo Udenio, directores de la revista Haciendo Cine y coproductores del proyecto con su compañía HC Films.
PD 2: El equipo de audio del auto de Leonel tiene puesta la 95.1; es decir, la Metro, radio en la que Wainraich conduce de lunes a viernes el programa Metro y Medio.
PD 3: Entre los productores figura Alejandro Cacetta, actual presidente del INCAA, ya que en el film participa Patagonik, empresa de la que formaba parte hasta asumir el cargo.