Comedia romántica que intenta retratar la vida matrimonial de Leonel
(Sebastián Wainraich) y Paola (Carla Peterson), luego de 12 años de casados.
Padres de dos hijos.
Tienen en su programa para esa noche una cena con “su” pareja de amigos, quienes les informan que no van a poder concurrir pues se acaban de separar, en ese instante, esa misma noche, antes del encuentro.
Esta separación jugará de manera especular para la pareja protagónica, tratando primero de encontrar razones, luego culpas, cada uno defendiendo desde el desconocimiento la posición desde el género.
Ellos mismos quedan reflejados como que son quienes, sumidos en la rutina, el distanciamiento que producen ciertas obligaciones, deciden continuar con la noche programada.
Hecho que se constituye como un recurso para buscar, encontrar la manera de encender la chispa del amor, la pasión y la diversión.
El problema es que se trata de una comedia romántica muy yankee trasladada al modo argentino, con las dificultades que eso conlleva y cayendo en todos los lugares comunes posibles de ambas filmografías.
No digamos ya de lo básico del texto, ni del maniqueísmo con que están construidos los personajes, la repetición de situaciones no logra hacerlos avanzar en un desarrollo progresivo. Se estanca, y eso perjudica al relato.
Él es un guionista de publicidad con cierto recorrido y reconocimiento, ella una psicóloga que puede vivir de su profesión.
Ella se siente joven para seguir gozando de la vida que siente haber perdido, él siente que ella siempre encuentra excusas para no poder tener un tiempo propio de ambos.
Algunos cierres de situaciones son hasta casi originales, otros muy porteños, no por eso loables, la mayoría totalmente previsibles como la producción en su conjunto.
Carla Peterson sostiene y hace creíble a su personaje, a partir de distintos registros que va encarnando, no pasa lo mismo con Wainraich, quien sólo tiene un gesto adusto durante toda la película.
De corte narrativo y montaje clásico, salvo la presentación que si bien no es algo muy común ya fue bastante utilizado, pero aquí funciona bien. Buena fotografía, correcto el sonido, una apropiada dirección de actores, lo que se vislumbra con los personajes secundarios, por lo que Rafael Spregelburd, María Carámbula y Justina Bustos,cumplen.
Una comedia más. Pudo haber profundizado en los avatares de la vida de hoy, pero se queda en la intención de hacer pasar un rato agradable al espectador. Si éste se engancha y perdona los deslices, la realización cumplirá con su cometido.