Una noche de amor es de esas películas que te dejan pensando y reflexionando. No porque uno pueda descubrir en ella una gran verdad sino porque es imposible no sentirse identificado.Más aún si el espectador es casado y tiene hijos, pero también los que no se encuentren en esa situación porque aborda a los sueños, los anhelos, las fantasías, lo cotidiano y algo tan simple como enfrentar levantarse de un restaurant sino te gusta el menú.Sebastián Wainraich no solo es el protagonista de esta comedia romántica sino que también la guionó y los que lo sigan en radio o teatro van a poder encontrar rasgos y características de sus anécdotas y sus pensamientos en esta obra genialmente escrita.El director, Hernán Guerschuny, hace todo lo contrario a lo que planteó en su ópera prima El crítico (2014) donde se burlaba de este género como hilo conductor porque aquí se apropia del mismo y lo exprime a su máxima potencia saliendo indemne de todos los clichés y lugares comunes.Por su parte, Carla Peterson está muy bien y le crees todo el tiempo. Hace buena dupla con Wainraich.La historia es simple pero divertida y emotiva. No es pretenciosa y aún así logra meterse muy dentro de uno en algunas escenas.Lo que hay que destacar por sobretodo es lo bien construidos que están los personajes. Son reales pero al mismo tiempo cinematográficos.El protagonista encuentra correlato en personajes de Woody Allen por su neurosis y respuestas dentro de un grupo de elementos bien estereotipados. Los ojos más cinéfilos notarán estos detalles y otros más.Me encantaría poder hablar del final porque me encantó, es de esos que te recuerdan el por qué te gusta mucho el cine: las fantásticas historias que se pueden crear aún en lo más común de la vida.Una noche de amor es de las mejores comedias románticas argentinas de los últimos tiempos y merece ser vista en el cine.