Con esta entrega de Una noche en el museo hay que admitir que los productores y el realizador Shawn Levy supieron bien como no caer en la mediocridad pese a la fórmula repetida. Pero ojo, caminaron por la cuerda floja toda la película y queda en claro que esta tiene que ser la última porque la franquicia ya no da para más.
Los personajes de Robin Williams (QEPD), Owen Wilson y Steve Coogan comienzan a aburrir y es extraño que no hayan acudido a algún actor de renombre para que interprete a Sir Lancelot (el nuevo personaje presentado) tal como habían hecho en la última oportunidad con Amy Adams. Aunque incluyeron a Rebel Wilson, en uno de sus peores trabajos.
Lo que si deleita aquí a nivel actoral son los geniales cameos por parte de Hugh Jackman, Ben Kingsley y Alice Eve. Amén de que es impresionante como se mueve Dick Van Dyke.
¿Y Ben Stiller? Bien gracias, seguro que cobró un lindo cheque por el -ya- desganado guardia de seguridad y el hombre de neanderthal.
Los efectos especiales que fueron novedad y causaron sorpresa en su momento aquí ni suman ni restan. Lamentablemente nos hemos acostumbrado a ver cosas tan asombrosas en la Tierra Media y el Universo Marvel que unos fósiles que cobran vida y un pequeño volcán en erupción no logran transmitir sensación alguna.
La historia es más de lo mismo pero en otro museo, el de Londres en este caso, con puntos graciosos buenos y otros tan malos que da la sensación de que los diálogos están alargados. Los cortes de una escena a la otra a veces son bruscos como consecuencia de esto.
Nos encontramos ante una película que cuanto más joven sea el espectador más la disfrutará ya que no se dará cuenta de estos errores y su atención se centrará en otras cosas.
En resumen, Una noche en el museo 3 es una buena película familiar sobre la cual no hay que ser muy puntillosos porque sus defectos son muy obvios aunque entretengan. Una linda conclusión para la saga.