Un cierre débil
Vuelven Shawn Levy, Ben Stiller y sus aventuras en el museo. El problema es que vuelven con poca nafta.
La primera parte de esta trilogía planteaba una idea copada que permitía jugar mucho con los efectos visuales y la fantasía. La historia de fondo, si bien no era una maravilla, mantenía interesado al espectador y lo devolvía por un rato a la niñez. Poder ver a actores míticos de la comedia como Dick Van Dyke, Mickey Rooney y Bill Cobbs en acción nuevamente y disfrutar también de personajes históricos resultaba divertido. "Una noche en el museo" nunca fue una cosa de locos, pero entretenía. Luego llegó una floja secuela que, más allá de los efectos visuales, presentaba prácticamente lo mismo. Algunos personajes nuevos y cambio de escenario, pero la trama se empobrecía y el efecto sorpresa de la primera ya se había diluido.
Con esta tercera entrega pasa algo muy similar a la peli anterior. La trama sigue girando en torno a la plaqueta de oro que da vida al museo, cuya energía se está apagando por una profecía/maldición. Para evitar la catástrofe, Larry (Stiller) viaja a Londres junto con varios personajes del museo estadounidense, algo que resulta bastante inverosímil, para encontrarse con los padres del faraón Ahkmenrah (Malek) que lo ayudarán en su misión. Entre medio, se incluye una subtrama de relación familiar en crisis entre Larry y su hijo Nick (Gisondo) que ya es un adolescente. ¿El desenlace? Ya se imaginan. Nada nuevo.
Los personajes que antes causaban mucha más gracia como Jedediah (Owen Wilson) y Octavius (Steve Coogan) acá quedan bastante relegados a un segundo plano, y los nuevos personajes que se incorporan no resultan divertidos, como Tilly (Rebel Wilson) y Lancelot (Dan Stevens).
En conclusión se puede decir que es más de lo mismo. Historia chata y predecible, funcional al despliegue de efectos visuales, que si bien son muy buenos, no alcanzan para levantar la propuesta. Un cierre de trilogía débil, como sabiendo que por la única razón por la cual la llevaron adelante era poder terminar con tres partes de una franquicia que si bien funcionaba en taquilla, no ofrecía algo significativo.