Comedia disparatada y muy disfrutable
Tina Fey y Steve Carell, con una química especial
El guión de Una noche fuera de serie no es particularmente novedoso, sorprendente ni innovador (se centra en las desventuras de un matrimonio con hijos bastante previsible que vive una noche de furia en la línea del film Después de hora y termina siendo perseguido por mafiosos y policías corruptos), pero la capacidad histriónica y la tan mentada química entre sus dos protagonistas la convierten en una comedia disfrutable.
Con una formación similar y exitosos presentes en series televisivas (él, en The Office; ella, en 30 Rock), Steve Carell y Tina Fey se lucen y sostienen a puro humor físico, con una gesticulación perfecta y con un envidiable timing para cada línea de los filosos diálogos los poco más de 80 minutos que dura esta historia de enredos románticos y policiales.
Tras el divorcio de una pareja de amigos, Phil y Claire intentan reavivar su matrimonio con una cita romántica en un restaurante de lujo. Como llegan sin reserva, no hay lugar, pero se hacen pasar por los Tripplehorns para conseguir una mesa. El problema es que los Tripplehorns son unos ladrones perseguidos por un par de detectives corruptos y por gánsteres.
En su mejor trabajo hasta la fecha, el director Shawn Levy (Recién casados, La pantera rosa, Más barato por docena, la saga de Una noche en el museo) lleva a buen puerto un relato construido a base de fórmulas no demasiado ingeniosas. Su narración no decae y el mérito -quedó dicho- es compartido en este caso con la pareja central y con varios simpáticos personajes secundarios interpretados por figuras de jerarquía como William Fichtner, Mark Wahlberg, Mila Kunis, Mark Ruffalo, James Franco o Ray Liotta. Ellos se divierten en pantalla y logran transmitir esa alegría al público. Un disfrute compartido.