Una comedia sumamente pasatista con algunos tibios arrebatos de humor es la que propone el siempre mediocre realizador Shawn Levy. La odisea del matrimonio Foster sólo interesa de a ratos, concretamente cuando la calidad interpretativa de sus actores principales logra hacernos olvidar que estamos en presencia de una fórmula que, sin ingenio ni innovación alguna, dispara blandamente ciertas verdades de perogrullo sobre el matrimonio, las responsabilidades paternas y la unión familiar. Mark Wahlberg jamás en su vida habrá ganado tanta plata por hacer tan poco...