Para que una comedia funcione se necesita un buen guión y un par de intérpretes que se saquen chispas. Todo esto marcha estupendamente en este divertimento negro que acumula dislates y carcajadas con los mejores recursos. Phil Foster (S. Carell) y su esposa Claire (T. Fey), componen una de las tantas parejas suburbanas que corren todo el día para parar la olla y cumplir con múltiples obligaciones. Una pareja alienada, sin rumbo. Hasta las salidas a cenar y al cine parecen programadas por un ordenador. Conscientes ambos de que semejante rutina está poniendo en serio riesgo su matrimonio, por una vez deciden cambiar el programa. Es así como acuden a un bistró de moda en Manhattan, donde un error de identidad va a zambullirlos, sin aviso, en una aventura vertiginosa. En una carrera contra el reloj, deberán enfrentar a dos policías corruptos, un mafioso y un taxista loquísimo. Si esto funciona y el espectador lo disfruta, se debe en buena parte a la formidable química que se establece de entrada entre Steve Carell y Tina Fey. Carell, de la estirpe de Don Adams (esos tipos que no ríen pero hacen reír), saltó a la pantalla grande en títulos como “Virgen a los 40”, “Pequeña Miss Sunshine” y “El Superagente 86”. Antes, se había hecho famoso como corresponsal de “The Daily Show with Jon Stewart” y más tarde en la serie “The Office”. Tina Fey, integrante de la exitosa troupe de “Saturday Night Live”, ganó popularidad en televisión con su imitación de la candidata republicana a la vicepresidencia Sarah Palin, y actualmente protagoniza la sitcom “30 Rock”. Juntos son dinamita pura y una fiesta para la platea.