Una noche fuera de serie no es la comedia hilarante que podíamos esperar sino apenas un correcto divertimento potenciado por dos protagonistas carismáticos.
Digamos primero lo obvio: Una noche fuera de serie no está a la altura de los pergaminos de Steve Carell y Tina Fey. Dos estupendos comediantes con una sensibilidad particular para construir sus ficciones con un ojo en la realidad, no logran en el contexto de una comedia que echa una mirada sobre la pareja en estado de descomposición una película que crezca por encima de sus posibilidades. Sí es graciosa, sí tiene momentos logrados. Pero todo sabe a poco.
Entonces, viendo frustradas las expectativas, veamos que es lo que efectivamente hay en esta comedia de Shawn Levy. Precisamente esto: dando por contado ya que la saga Una noche en el museo es una anomalía en la carrera de Levy, digamos que Una noche fuera de serie mejora lo hecho anteriormente por este director: al menos logra que se imponga la comedia por sobre el mensaje, más allá de una recurrencia excesiva al humor de tono grueso.
Otra cosa que hay aquí es química: es evidente que Carell y Fey se conocen y se complementan muy bien, pero además la aparición en pequeños roles de James Franco, Mark Whalberg, Mila Kunis o William Fichtner aumenta esa buena vibra que se respira. Una noche fuera de serie utiliza el modelo todo-ocurre-en-una-noche-de-manera-alocada que ya se ha realizado incontable cantidad de veces para disimular uno de los problemas habituales de este tipo de comedias: su segmentación. Así, el formato de sketches, con personajes que entran y salen, no atenta contra la fluidez.
También hay en el film, y eso gracias seguramente a la presencia de Fey, varias puntas que se dejan sin resolución, las cuales hubieran significado una definición moral. La película se centra sobre su pareja protagónica, los Foster, y salvo excepciones -un diálogo acerca de la pareja que corta la acción- importa lo que les pasa a ellos: un ejemplo es que nunca sabremos qué camino toman Haley (Kristin Wiig) y Brad (Mark Ruffalo). El film dice así que la resolución a la que llega, la posibilidad de re matrimonio, es una posibilidad pero no la única.
Dicho todo esto, Una noche fuera de serie no es la comedia hilarante que podíamos esperar sino apenas un correcto divertimento potenciado por dos protagonistas carismáticos. Que teniendo en cuenta los componentes de acción que hay aquí y recordando la fallida Superagente 86, podríamos pedirle a Carell que retome la faceta de comediante más pura y encamine su carrera con mejores proyectos. Por lo pronto, la adaptación de La cena de los tontos con Paul Rudd y dirigido por Jay Roach puede devolverlo a la comedia directa, esa que lo hizo popular y apreciable.