Las comedias tiene comúnmente un público avisado, es decir, espectadores que van al cine a reirse o al menos a divertirse. Y quizás los hacedores cuenten con esa preferencia. La presencia de Steve Carrell pone en alerta a la platea y, considerándolo un famoso comediante, espera que su arte lo sorprenda. Pero finalmente tal seducción no sucede. Aquí una pareja intenta salir de sus rutinas encarando una noche especial, pero son confundidos con dos ladrones y perseguidos por la mafia y la policía. Así se desanuda un relato de enredos, situaciones inesperadas y desencuentros a granel. Sin embargo, la risa no aparece aunque uno haga fuerza. Se trata de un filme sólo para divertirse un ratito, porque con la disposición no alcanza.