El pasado enero se dio por terminada la saga del ex-agente Bryan Mills con Taken 3, una triste sombra de lo que alguna vez fueron un excelente comienzo y una aceptable secuela. Tres meses después desembarca en los cines locales la tercera colaboración entre Liam Neeson -nuestro nuevo Chuck Norris- y el barcelonés Jaume Collet-Serra, quien sigue puliendo sus artes en el cine de acción y esta vez entrega una persecución nocturna que tiene sus correspondientes altibajos, pero que resulta mucho más entretenida que el anteriormente mencionado cierre de trilogía.
En Run All Night, entonces, tenemos a Neeson como un avejentado matón de la mafia, alcohólico y alejado de su único hijo -Joel Kinnaman-. Por un giro del destino y la metida de mano del guión de Brad Ingelsby, padre e hijo deberán unir fuerzas para sobrevivir a una noche caótica en donde el implacable jefe mafioso interpretado por Ed Harris buscará venganza tras la muerte de su alocado y cocainómano retoño. El primer signo de que estamos ante una propuesta mucho más satisfactoria que Taken 3 es su calificación, una fuerte R en contraste con el tímido PG-13 de la última aventura de Bryan Mills. Acá los golpes duelen, las puñaladas desgarran y las balas hacen los suyo con bastante credibilidad, por lo que la carrera contrarreloj es mucho más azarosa y peligrosa. Acá cada segundo cuenta y la vertiginosidad que Collet-Serra le impone al film se siente.
También funciona la química entre los actores. Mientras que el frío distanciamiento presente entre Neeson y Kinnaman se antoja real, la relación entre colegas que tienen Nesson y Harris es mucho más satisfactoria. Es una conexión de lealtad que se remonta a muchos años atrás y pone en aprietos a un padre que debe decidir entre el sacrificio de una amistad de hierro y el deber para proteger a su progenie. La feroz disyuntiva es lo mejor que tiene para ofrecer la película, mucho más que sus vistosas escenas de persecución y acción, e impone respeto para con el peso que le otorgan los veteranos actores a su interpretación. Run All Night no tiene esa edición acelerada y estúpida que sí tenía Taken 3, sino que está mas comedida, restringida a los combates cuerpo a cuerpo que Neeson puede proveer a sus increíbles 63 años de edad, y Collet-Serra se encarga de agregar adrenalina en otras escenas, acompañadas por una banda de sonido cortesía de Junkie XL que le dan ese agite extra que el film requiere. Aunque el guión no está mal desarrollado y no toma por idiota al espectador, hay cabos sueltos que merecían un mejor trabajo o simplemente no existir. El detective recio de Vincent D'Onofrio y la pequeña aparición de Nick Nolte saben a poco, así como el indestructible asesino de Common, que entra tarde al juego y se queda durante mucho más tiempo del permitido.
La ecuación que han encontrado Collet-Serra y Neeson parece inquebrantable, pero habría que darle un respiro a partir de ahora. Con grandes escenas de acción y un buen sentido del entretenimiento pochoclero, Run All Night sobrevive a su noche de escapismo puro gracias a sus interpretaciones, que mantienen lo que sería un jenga de clichés bien firme.