EL REALISMO FANTÁSTICO DE UN REALIZADOR ARGENTINO
Dos rarezas hacen de Una novia en Shanghai un inusual film. En principio, podríamos decir que se trata de un caso asiático de la mano de un argentino. Mauro Andrizzi, director y guionista del film, se desplaza al otro lado del mundo para construir una historia fantástica; en su doble acepción: el film es maravilloso pero además, linda entre el realismo y lo fantástico. A ese extrañamiento inicial, de un director latinoamericano que no habla mandarín, que nunca ha tratado a su equipo de trabajo previamente a la filmación, que no posee vínculos familiares con Oriente, se suma -y tal vez por esta misma razón inicial- una segunda peculiaridad que se vincula con el modo habitual con el que los films de la China continental suelen construir sus relatos.
En las primeras escenas el espectador podría tener la sensación de estar frente a un film típicamente chino y tal vez, arriesgo, uno de Jia Zhang-ke. El despliegue de las imágenes de una ciudad monumental que no para de crecer, dado los imperativos desenfrenados de un proceso de modernización y urbanización que cada día hacen de Shanghai una ciudad irreconocible, en la que hasta la memoria a corto plazo se vería burlada, recuerda efectivamente muchas de las producciones chinas a las que accedemos a través de los festivales. Al registro de ese proceso de modernización, por cierto una temática presente en la filmografía del citado director chino, se agrega sin duda la reminiscencia a su ópera prima, Xiao Wu (1997), la versión china de Pickpocket (Bresson, 1959). Efectivamente, el film de Andrizzi exhibe algo de ese pantallazo de la implicancia que tiene para Oriente el intempestivo auge de la vida contemporánea y su impacto en el marco de una cultura cuyo valores pre modernos aún se encuentran fuertemente arraigados. Y por otro lado, relata la historia de dos carteristas que tratan de hacerse un lugar en esa inmensidad. Hasta aquí, parecería ser un film que ya hemos visto pero el director argentino apuesta por introducir un giro no tan usual en las estructuras ficcionales contemporáneas: un viraje que se desplaza de la dimensión del realismo, como el estilo que suele ser protagónico a la hora de desarrollar estas historias, a la dimensión de lo fantástico.
Un fantasma se hace presente, a través de la voz, demandando que se cumpla su último deseo: el viejo ritual chino que se remonta al siglo XVII en el que los amantes eran enterrados conjuntamente para acompañarse hasta la eternidad. Esta modalidad, que se la conoce en esa localidad como “casamiento fantasma”, suele ser consensuada por las familias pero en este caso el difunto reclama a su viejo amor: una mujer casada -hace tiempo fallecida- con la que no ha podido estar en vida. Para lograr este objetivo, los dos carteristas deben robar el cuerpo de la tumba, que yace junto a quien fuera su esposo oficial, trasladar el cadáver al puerto y colocarlo en un contenedor con destino a la ciudad natal del “fantasma”.
No hace falta explicar demasiado para que se entienda que Una novia de Shanghai no se casa con ningún género ni estilo cinematográfico. Navega, por momentos, en un museo de imágenes realistas propias de un país en expansión y, por otros, se bifurca por canales que escapan a esa lógica para establecer una conexión entre lo fantástico y lo arcaico. Efectivamente, el ritual del casamiento fantasma, como práctica de antaño, está por fuera al tiempo que choca contra los valores que trae la modernidad y la novedad cultural. Andrizzi decide filmar el culto y/o la profanación del muerto de una manera que escape a ese registro de la realidad cotidiana.
En síntesis, los personajes, sin caer en lo que entenderíamos por comedia, logran ser graciosos, sin protagonizar una tragedia, logran ser trágicos, sin haber viajado fantasean con el modo de vida “libre” del sudamericano, sin ser los artífices de una épica, logran ser grandes héroes y sin dejar de ser testigos de lo real, logran hablar con los muertos y rozar lo fantástico. La moraleja es harto sencilla pero no por ello obliterada en la coyuntura del mundo actual; a pesar de haber sido ambos personajes criados en un ambiente materialista logran entender que el amor es lo más importante en la vida y por ello no pueden escapar de la misión que el muerto les ha encomendado. En el marco del film, el amor también es un valor en retroceso en los tiempos de la industrialización.
Una novia en Shanghai es una rareza que, de seguro, no se repetirá en un corto o mediano plazo. Conviene aprovecharla.
UNA NOVIA DE SHANGHAI
Una novia de Shanghai, Argentina, 2016.
Dirección y guión: Mauro Andrizzi. Fotografía: Yao Zilong. Editor: Francisco Vázquez Murillo. Música: Daniel Melingo, Moreno Veloso. Intérpretes: Jia Jian, Hu Chenginei, Sun Yuhan, Zhu Tinghao, Lorena Damonte. Duración: 70 minutos.