Amor loco y melodrama agridulce
Hoy se estrena la secuela de El Hombre de hierro, un buen entretenimiento para fans, aunque no logra deslumbrar. A pesar de invitados estrella como Scarlett Johansson y Mickey Rourke, el protagonista sostiene y se roba la película.
Steven Russell parece poseído como Linda Blair en El exorcista, pero su estado no refiere al acoso constante de Satanás, sino al amor que siente por Phillip Morris (Ewan McGregor). Y en ese trance romántico, en la declarada historia de dos enamorados, es que Una pareja despareja (ay, estos horribles títulos locales) expresa sus tonos de comedia lunática, amor loco y melodrama agridulce. Es que Steven descubrió que es gay en una internación por un accidente y por eso se alejará de su esposa. Pero, falsificador de primer nivel y habilísimo para los negocios truchos en los que obtiene importantes sumas de dinero, pasará su primera temporada en prisión, donde conocerá a Phillip Morris, el amor de su vida. Y ambos entrarán y saldrán de la cárcel varias veces, sin nunca perder el interés por el dinero ajeno, pero tampoco olvidando que sólo juntos podrán ser felices.
Quien suscribe estas líneas no se ubica en el bando de los fanáticos del humor de Jim Carrey desde su catarata de tics y morisquetas que lo hicieron célebre en La máscara. Prefiere al Carrey insufrible e incómodo, que obliga a la resistencia del espectador, tal como se lo veía en El insoportable (The Cable Guy) de Ben Stiller, antes que al mal imitador del gran Jerry Lewis. Pues bien, Steve es una continuación de aquel técnico de cable que invadía la privacidad de sus clientes: hiperquinético, sonriente, chanta, seductor, seguro de sus decisiones.
Un punto muy a favor de Una pareja despareja es la cuota de cinismo y sabor agridulce que aportan los directores Ficarra y Requa, acostumbrados a esta tónica no políticamente correcta de acuerdo al antecedente como guionistas de Un Santa no tan santo, aquella fábula anti-infantil con un Papá Noel que despreciaba a los niños.
La primera mitad tiene la velocidad de una screewball comedy pero adaptada a los nuevos tiempos por el carácter efímero del montaje. Más aun, allí el film aclara sus propósitos de no tratarse de una comedia convencional, un pasatiempo fashion, una historia como tantas. En ese trayecto, como ocurre con los buenos ejemplos del género, Una pareja despareja expone temas importantes: la falsa vida en familia, el trabajo a desgano, las máscaras que ocultan a una sociedad pacata y conservadora como la de Estados Unidos, que aún no decidió el estreno de la película. Otro punto a favor para esta particular historia de amor.