Mucho corazón, poco raciocinio
No está lograda del todo, en algunas de sus metas se queda a mitad de camino, pero en unos años va a ser un poderoso antecedente, un borrador del cine gay del nuevo milenio.
I love you Phillip Morris (prefiero al menos por ahora utilizar el título original, luego explicaré el motivo) obliga a preguntarnos por cómo en nuestra vida concebimos el mundo gay. ¿Es un nosotros (los heterosexuales) y ellos (los homosexuales)? ¿Por qué ellos son ellos, y nosotros nosotros? ¿Hasta dónde llega la autonomía del ser gay y en qué momento o lugar confluye con el deseo permanente de ser incorporado con todas las de la ley a una sociedad que siempre lo ha discriminado (lo cual puede ser caratulado como paradójicamente conservador)? Varias de estas preguntas son bastante elementales, pero no han perdido vigencia. Incluso son actuales a partir de ser eludidas, malentendidas o directamente censuradas. O sea, hagámosno cargo: uno puede pasar, sin muchas escalas, de un ámbito en el que los comentarios homofóbicos son festejados sin pudor, a otro en el cual uno hace un chistecito tonto sobre la comunidad y pasa a ser mirado de reojo como si fuera una reencarnación de Hitler. Falta un equilibrio, un tomarse las cosas jocosas en broma, y las cosas serias con, valga la redundancia, seriedad. El tópico de la homosexualidad aún no permite un disfrute de la hilaridad, ni tampoco un emocionarse hasta las lágrimas.
Un poco de eso ambiciona el filme protagonizado por Jim Carrey y Ewan McGregor. Para eso, cae un poco en el lugar común de la ópera prima: pone toda la carne en el asador, hasta casi quemar todas las achuras. La película transita por varios géneros, sin pausa, pero con mucha prisa, sin transiciones e incluso cediendo a la mescolanza absoluta. Comedia slapstick, sátira a fondo de todos los lugares comunes posibles, comedia dramática, comedia de rematrimonio, comedia políticamente incorrecta, historia de amor carcelaria, drama hecho y derecho, policial, alegato social, etcétera, etcétera. I love you Phillip Morris no elude ningún desafío: quiere que riamos, que lloremos, que nos indignemos, que nos mate el suspenso. En muchos pasajes lo logra, porque el relato está narrado con una convicción llamativa. Pero esta convicción también es contraproducente, porque tira cincuenta mil puntas, va para todos lados al mismo tiempo, construye un pastiche que desconcierta hasta casi la exasperación. Las emociones están -la escena del baile en la celda o la corrida de Morris (McGregor) para despedir a Steven Russell (Carrey) al ser separados mientras están en la cárcel son tan risibles como conmovedoras-, pero falta una racionalización que encarrile lo estético y lo sentimental.
El debut en la dirección de la pareja de guionistas Glenn Ficarra y John Requa busca juntar un montón de convenciones sobre la tipología gay cinematográfica, para reacomodar las piezas, a ver si puede aportar una nueva mirada. No lo logra del todo, en la mayoría de las metas se queda a mitad de camino, pero de aquí a un par de años va a quedar como un poderoso antecedente, un borrador del cine gay del nuevo milenio.
Quisiera dejar algo bien claro sobre el estreno de la película en Argentina. Por suerte, la película tuvo un lanzamiento apropiado, a diferencia de las continuas demoras que sufrió en Estados Unidos. Pero la “traducción” del título original es, sencillamente, un asco. Una pareja despareja suena a comedieta barata con Olmedo y Porcel persiguiendo minas en Las Toninas, y ya fue usado con mínimas variantes en otras ocasiones. Pero, principalmente, delata una homofobia preocupante, una especie de culpa estúpida por estrenar una historia de amor entre dos tipos. Es que de eso se trata I love you Phillip Morris: un tipo que le dice a otro que lo ama, que es lo que más quiere en la vida, que está totalmente enamorado, que siente que es lo más importante, que haría lo que sea por él. ¿Por qué será entonces que, a pesar de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, todavía hay algunos que no se atreven a poner bien grande en el cartel de un estreno TE AMO PHILLIP MORRIS?