Cumplir los sueños maternos, casi como un mandato, amortiguar la pérdida, recomponer vínculos familiares, todos temas que sobrevuelan esta comedia inglesa, en un barrio tan encantador como Notting Hill, tan frecuentado en el cine inglés. Una abuela, gran estrella en el pasado, que paga las culpas de sus ausencias y poca generosidad, se transforma en el motor de un negocio a punto de naufragar, para ese rol la gran Celia Imrie, resulta sencillamente perfecta. Su nieta con una crisis de vocación, la mejor amiga de su hija, un amor del pasado con cuentas pendientes, redondean una historia que transcurre para agradar mientras el negocio en cuestión tiene éxito amoldándose a la característica multirracial de la zona. Como una receta aceitada del género con un buen elenco, los conflictos siempre se resuelven sin que la sangre llegue al rio y las dosis de satisfacción posee el azúcar exacto de una masita fina. Un canto a los emprendedores y empedernidos en recuperar su cuota de afecto y felicidad. La película cumple con belleza estética, climas bien logrados y fiel a un público que gusta de comedias románticas de la vieja escuela.