No siempre queremos películas que nos exciten; muchas veces queremos películas que nos provean algo de paz, sobre todo cuando la realidad está sobreexcitada -como la que nos rodea todos los malditos días. Es el caso de este film sobre un grupo de personas que se cargan sobre los hombros el sueño de otra, en este caso transformar un destrozado local en una pastelería. Tres de esas personas son mujeres, lo que implica además una exploración de la amistad femenina. ¿Está mal? Para nada: lo que hace que el conjunto de buenas intenciones, tensiones, problemas y pequeños triunfos salga adelante es el tono: todos los personajes parecen seres humanos y están tratados con humor e inteligencia. Mejor dicho: no carecen de humor ni de inteligencia, algo que los guiones suelen olvidar y algunos directores, obviar. Promisoria ópera prima.