Pasteles para endulzar corazones rotos.
Tres mujeres, de diferentes generaciones, deciden reabrir una panadería en homenaje a su dueña, Sarah, quien falleció trágicamente antes de llevar a cabo el sueño de poseer su negocio propio como repostera, profesión para la que se preparó desde muy joven. Ellas son la madre, la hija y la mejor amiga de Sarah, que tratarán a toda costa de seguir con el legado de la malograda pastelera. Mimi (Celia Imrie), la madre, es una mujer madura, excéntrica, ex integrante de un circo que no puede superar la repentina e inesperada muerte de su hija; Clarissa (Shannon Tarbet), la hija, es una joven de 19 años, idealista y decidida; finalmente está Isabella (Shelley Conn), la mejor amiga y socia, una mujer desesperada, casi en la quiebra, propietaria de un amplio local donde instalarán el negocio y que empujará a las otras dos damas para poder llevar adelante la meta en común, la de tener una panadería en el hermoso barrio londinense de Notting Hill.
Una pastelería en Notting Hill es la ópera prima de la directora Eliza Schroeder y en ella se aprecia su fuerte mirada empática con las tres mujeres protagonistas, sus anhelos y sentimientos. Tras la muerte de Sarah, todo el panorama se tiñe de dolor e incertidumbre, pero Isabella, su amiga y confidente, decide volver a vivir una nueva oportunidad en compañía de Clarissa y Mimi.
En la historia conviven el drama junto con la novela romántica, todo adornado por diferentes situaciones de enredos y futuros intereses románticos que seguramente ya vimos en otras películas del mismo estilo y locación, como aquellas del director inglés Richard Curtis, Realmente amor (2003) o Cuestión de tiempo (2013), donde el amor y la fantasía son los principales recursos expuestos.
Una pastelería en Notting Hill se centra en las relaciones femeninas, en su vínculo con los hombres y en su lucha diaria para superarse. Es una película hecha por mujeres, apreciándose un tipo de sentimientos que las rodea que son universales: la amistad, la tristeza, el enamoramiento y la ilusión.
Seguramente muchas de las espectadoras se sentirán identificadas con lo que le toca vivir a las tres mujeres protagonistas. Con su sufrimiento, pero también con su alegría. Quizás alguno de los irresistibles pasteles, por lo menos para quien esto redacta y que es amante de lo dulce, que elaboran diariamente en su panadería, ayuden para endulzar corazones rotos.