Una pistola en cada mano

Crítica de Alan Echeverría - Cinéfilo Club

La cara masculina más débil y vergonzosa

Difícil de encuadrarla dentro de un solo género, Una pistola en cada mano es una película de historias cruzadas, fragmentada en diversos episodios que comparten como denominador común al prototipo de hombre que ha superado los 40 años y se encuentra en un estado de desconcierto severo respecto del andar de su vida.
Dirigida por Cesc Gay, esta especie de comedia española posee como uno de sus platos fuertes el hecho de contar con un reparto que cumple acertadamente su función en cada capítulo de la cinta (Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia, Javier Cámara, Eduardo Noriega). Lo particular del relato radica en que en absolutamente todas las escenas prevalece el diálogo y/o la discusión como único punto de acción. El film es 100% conversación, de tránsito bastante manso, pero siendo estas chácharas, en la mayoría de las situaciones, bastante amenas y disfrutables para el espectador.
Una narración sumamente verosímil sobre la naturaleza humana, en donde cada uno de los sujetos parece sufrir algún tipo de fracaso: depresión, crisis económicas, divorcios, infidelidades, entre otros. Personajes unidos por sus dolencias y expuestos casi al ridículo por sus parejas, en una suerte de mostrar cómo las mujeres, mucho más independientes, pueden prescindir de ellos dejándolos mal parados en cualquier disputa verbal.
Entretenida y agradable, Una pistola en cada mano resulta una experiencia distinta y llevadera para ver, con historias muy bien creadas y realistas, pero peca, pese a su corta duración, de perder el hilo en determinadas instancias y dar la sensación de faltarle algo para cerrar la proyección con un giro mejor.

LO MEJOR: las actuaciones, la autenticidad y verosimilitud de lo que se expone.
LO PEOR: no termina de cumplir con las expectativas. De a ratos y casi hacia el final parece boyar en la nada misma.
PUNTAJE: 6