Un dedo en la llaga de los cuarentones
Advertencia necesaria: esto es algo muy cercano al teatro filmado. Dos hombres se encuentran en la puerta del ascensor y charlan como quince minutos. Una mujer charla en su auto con un tipo otros quince minutos, y asi sucesivamente hasta redondear, entre charlas y remate, cerca de 95 minutos. Es una sucesión de cuadros teatrales, cada uno a cargo de dos personas (con ocasionales variantes) y todos en escenarios naturales, salvo el episodio del auto, que está rodado en estudios, con un croma al fondo. Montaje y cámara apenas se ostentan.
Dicho así, esto no suena demasiado atractivo. Por suerte lo salvan los intérpretes, los diálogos, el autor y la malicia. De los primeros, se lucen particularmente Ricardo Darin y Luis Tosar, que coinciden en un banco de plaza, y Javier Cámara que hace de infeliz en busca del reino perdido, vale decir, de marido que quiere volver a casa. Leo Sbaraglia está bien, y mejor aún considerando que debió salir "al toro", en reemplazo de otro actor.
Los diálogos, sin llegar al nivel de las regocijantes páginas de Miguel Mihura o Alfonso Paso, favorecen el antedicho brillo actoral, ilustran el mal estado de unos cuantos varones, y regocijan especialmente al público femenino, que es su público principal. La intención es ésa, poner maliciosamente el dedo en la llaga de muchos cuarentones, llegando incluso a la burla vengadora en el episodio de dos oficinistas que parecen acordar un momento de sexo rápido en horario de trabajo.
Autor, el catalán Francesc Gay i Puig, más conocido como Cesc Gay, niño mimado de cierta crítica, señalado director de actores, y hábil escritor de unos guiones muy singulares sobre problemas sentimentales e indecisiones existenciales de sus contemporáneos. "En la ciudad", "Ficción" y "V.O.S.(versión original subtitulada)" son sus películas más conocidas, y la primera es la mejor y menos pretenciosa.