Quizás no sepan, que Cesc Gay es un director catalán que inició su carrera allá por 1998 junto a Daniel Gimelberg (quien hace dos semanas justo estrenó “Antes” que sigue en cartelera), con una interesante película llamada “Hotel room”. Sin embargo, su reconocimiento se produce en 2003, cuando irrumpe en los Goya con varias nominaciones para su deliciosa “En la ciudad”. Posee un estilo levemente ácido, le gusta ubicar el lente en personajes en crisis y le interesa mucho la problemática de los sujetos entre los 30 y 40 años. Ese es su fuerte.
“Una pistola en cada mano” ratifica esa línea. Relato coral donde seremos testigos de seis encuentros casuales en secuencias dominadas por hombres en claro estado de desestructura. Desde ya, estos personajes tienen mucho para decir, un tiempo acotado para trazar el perfil de su historia y cierta interrelación que funciona como nexo, para unirlos. Integran un mosaico cuyo objetivo, parece ser, ofrecer una mirada aguda sobre los temas que aquejan emocionalmente a los caballeros de más de 40 años…
Edad difícil no? Las pequeñas anécdotas y situaciones que se presentan son interesantes (aunque algunas desparejas) y levemente divertidas. Matrimonios en crisis, divorciados intentando reconciliarse con sus parejas anteriores, propuestas de sexo casual, maridos engañados, amantes y más…No es este un film donde abunden las sonrisas, no señor. Si hay que reconocer que el guión es ingenioso y los pequeños giros que en cada interacción se dan, atrapan al espectador. A esto, hay que sumarle el hecho que el cast es increíble.
En “Una pistola en cada mano”, verás actuar (y muy bien) a Leo Sbaraglia, Javier Cámara, Luis Tosar y el único argentino que cada vez que aparece en pantalla arrastra un millón de espectadores a sala, Ricardo Darín. Ellos ofrecen sólidas interpretaciones, aunque no son los únicos, porque también se suman al coro, Eduardo Noriega y las encantadoras Leonor Watling y Candela Peña, un escalón debajo del primer pelotón.
Los segmentos tienen la duración exacta y se ensamblan correctamente, aunque hay que reconocer que el film luce contenido y demasiado esquemático. Más allá de eso, Gay estructura bien su propuesta, aunque hay que reconocer que para disfrutar a pleno este film, tu reloj biológico tiene que estar por arriba de las cuatro décadas. Los conflictos que presenta, son específicos de cierta franja de edad y si te encontrás en ella, seguramente la peli te gustará, y mucho. Si estás fuera de ese público potencial, al que está dirigida puede que ser que te pierdas algunas reflexiones agudas sobre el amor después del amor