¿Qué es vivir dignamente? Creo que todos, como seres distintos e individuales, tenemos distintas repuestas para esa misma pregunta. Entre controversias y polémicas, el significado de la vida, y la posibilidad de transitarla desde diferentes perspectivas, nos permite opinar y contradecir, sobre todo al argentino promedio. Sentite aludido que yo te acompaño en el sentimiento.
Una razón para vivir (Breathe) no te pasará bajo ningún punto de vista indiferente. Si tu excusa para no verla se basa en el criterio elegido para la gráfica promocional, es decir, Andrew Garfield (El Sorprendente hombre araña) y Claire Foy (The Crown) a punto de besarse, quiero que sepas que es mucho más que una historia de amor.
La humanidad está atravesada guste o no por el amor. Puede ser el de una pareja, los amigos, los hijos… También la atraviesan la diversión, los prejuicios, el egoísmo y, sí, la muerte. Todo eso se puede visualizar en el primer film del actor y ahora director Andy Serkis (El Señor de los Anillos) y es que si era imposible no amarlo con sólo ver su trabajo frente a cámaras, la sensibilidad y la inteligencia con la que llevó a cabo esta nueva película detrás de ellas te va a hacer amarlo todavía más.
En el comienzo podemos ver a Robin (Garfield) y Diana (Foy) como dos chicos divinos conociéndose, enamorándose y comenzando a formar una familia. La química entre los protagonistas es indudable y te llevan a sonreírte y retorcerte un poquito en la butaca, no importa que te creas un freezer insensible. Pero todo cambia rotundamente cuando Robin contrae la polio y queda completamente paralizado del cuello hacia abajo.
Con ese punto de partida la historia de este matrimonio se transforma completamente y la actuación de Andrew Garfield nos vuelve a mostrar los muchos motivos por los cuáles fue nominado por la Academia el año pasado, un rol que por momentos puede traer reminiscencias del trabajo hecho por Eddie Redmayne en La Teoría del Todo (The Theory of Everything). Claire Foy lleva adelante un papel que hace toda una evolución en las casi dos horas de duración del film, desde una mujer con tintes superficiales a toda una guerrera digna de admiración.
Es inevitable la asociación a la recordada Diario de una Pasión, pero lejos queda cuando la historia de Robin Cavendish toma protagonismo y nos muestra que vivir y cómo vivir depende de las ganas de ser feliz. Y si todo esto te parece muy cliché o edulcorado es un buen momento para que sepas que Robin y Diana existieron y fueron los padres de Jonathan Cavendish, productor de la película.