Serkis se saca los trajes para meterse en la dirección con su ópera prima, pero el resultado es netamente cursi y trillado.
Recordemos que los biopics en los últimos años han sido catalogados como el perfecto producto para las nominaciones a mejor actor y mejor actriz en la nómina de los Oscars, generando un boom de estrellas que intentan acercarse más a los premios que a una actuación digna. Este es el caso de Andrew Garfield, quien viene de un papel maravilloso en “Hasta el último hombre”, se mete en la piel del aventurero Robin Cavendish, quien se enamora de una joven llamada Diana (Claire Foy) y se casan en un pueblo de Inglaterra en aquellos años de los 50. Todo maravilloso hasta que de un momento a otro se queda paralítico por la polio. Le dan solo tres meses de vida y queda a disposición de los médicos hasta que llegue su fin.
Entonces comenzarán los problemas, que si la esposa debería seguir sin él; que no soporta estar encerrado en el hospital; que no puede estar al lado de su hijo; que quiere ayudar a sus amigos con sus dificultades; que quiere conocer lugares a los que nunca fue; etc. Y emprenderá una avalancha de clichés reconocidos en el mundo de lo cursi: “-Tú no puedes hacer esto. -Ah, ¿no?”, “Mi razón es estar contigo sin importar nada”, “Te apuesto a que…”, “Quiero verte crecer hijo”, “Prefiero morir a vivir así”. Y paso a paso, la magia se abrirá y el joven discapacitado logrará obtener los derechos que le fueron negados en su nueva condición.
Garfield construye su personaje a base de diálogos, a diferencia de Eddie Redmayne, quien demostró un moldeado Stephen Hawking desde los cimientos, con sus incubaciones y posibilidades en la producción de “La teoría del todo”. El ex actor de “The Amazing Spiderman” y “The Social Network” quedó atrapado en un rol de novela, un insípido (pero motivador) relato dramático y romántico. La caracterización principal es que se transforme en un muñeco inmóvil con chistes sostificados y gran esperanza en su haber.
A tener en cuenta que el largometraje está basado en la superadora e inspiradora historia de los padres de Jonathan Cavendish, productor del film. Pero si vamos a hablar de homenajes en los últimos tiempos, deberíamos enfocarnos en obras como “Ethel & Ernest”, que, con una arriesgada narración y técnica, nos cuenta la vida de dos padres ingleses que a simple vista parece que no tiene nada de sorprendente, pero sí obtiene la honestidad que no logra alcanzar esta otra película empalagosa.
El director Serkis debuta de forma elegante, prolija y modesta. Sin embargo, su proyección no termina siendo una revelación, su tímida mirada termina asfixiando al espectador de tanto drama amoroso, un protagonista limitado y bromas simplonas.