Una sucesión de hechos bochornosos
¿Es necesario exponer a un bebé a una historia tan trágica y macabra? ¿Se pueden tratar temas tan complejos como la maternidad, la muerte y los límites entre lo correcto y lo equivocado con tanta liviandad? Son preguntas que me quedaron dando vueltas luego de ver el film danés Una segunda oportunidad.
La película narra cómo dos amigos policías intervienen en la pelea de una joven pareja de adictos y descubren que en el placard de la casa está escondido un bebé. Ese hecho cambiará sus vidas para siempre, luego de que una sucesión de tragedias ocurran y la noción de justicia de uno de ellos comience a tambalearse.
A pesar de la frialdad con que es contada la historia, que uno supone viene de la forma de ser del pueblo escandinavo, la película nunca juzga o posa la lupa sobre comportamientos o acciones de los personajes, lo cual podría ser positivo si dejara al espectador decidir qué pensar sobre un determinado hecho.
Lo cierto es que Una segunda oportunidad nunca le ofrece tal opción al espectador, ya que todo transcurre con una normalidad o “tranquilidad” que por momentos asusta y no permite ni la mera reflexión sobre las imágenes. Nada parece tener castigo o remordimiento alguno, todo ocurre porque sí, sin ofrecer un subtexto que permita ahondar en los sucesos que se cuentan.
Más allá de lo que cada uno pueda pensar sobre cuáles son los temas trascendentes de la vida, todos sabemos la complejidad de varios de ellos y sorprende que en la película se vayan “tocando” algunos sin un mínimo análisis como para generar una postura o buscar la polémica. Y si bien se espera el final para encontrar una respuesta, el mismo resulta ser tan vacío como todo lo anterior, haciendo pensar que estamos ante un film fallido tanto en su búsqueda como en su realización.
Además, se agrega que diversas situaciones se encuentran muy forzadas, impuestas como para que todo encaje en forma perfecta, provocando que la película se vuelva predecible y, por momentos, la sucesión de hechos trágicos lleva más a la risa irónica que al drama complejo.
En resumen, Una segunda oportunidad es una tragedia griega vacía, con actores que no logran transmitir ninguna emoción y una dirección que no aporta nada. Un trabajo que se realizó pensando que enumerando calamidades se podría conmover o emocionar, pero para eso le faltó tener alma, cuerpo, sustento y solidez. Le faltó agregar lo maravilloso y lo despreciable, le faltó lo humano.