Susanne Bier es una de las directores danesas que surgieron con el movimiento fílmico Dogma ´95 que gestaron Lars Von Trier y Thomas Vinterberg en la década de 1990.
Dentro de esa camada de realizadores, Bier logró destacarse en los últimos años con muy buenas películas como Hermanos (2004), Después de la boda (2006), Cosas que perdimos en el fuego (2007) y más recientemente En un mundo mejor (2010), que le valió el Oscar al Mejor Film Extranjero.
En Una segunda oportunidad vuelve abordar temas que trabajó en sus obras anteriores como la culpa, la redención y las relaciones de pareja fallidas, con la particularidad que esta vez lo hizo a través de un drama policial.
Una película que comienza muy bien con un conflicto dramático atractivo y luego se convierte en un extraño thriller plagado de giros absurdos que le quitan cierto realismo a la premisa inicial de la historia.
La trama se centra en un policía perturbado emocionalmente por la muerte de su hijo, quien decide robarse un bebé durante un operativo al que acude por un caso de violencia doméstica.
Una decisión que lejos de aplacar el dolor que siente por su pérdida lo involucrará en una odisea personal que pone en jaque su trabajo y su familia.
Lo mejor del film pasa por el trabajo de Nicolaj-Coster Waldau, quien en la actualidad es más popular por su labor en la serie Juego de tronos.
Acá presenta una labor brillante en el rol protagónico donde presenta distintos matices de la personalidad del policía a medida que aumenta la tensión dramática del conflicto.
La película de Bier logra ser entretenida pero se convierte en un melodrama exagerado debido a la intención del guionista Anders Thomas Jensen por impactar al espectador con situaciones ilógicas.
Si bien Una segunda oportunidad consigue ser una producción decente de la directora danesa, difícilmente será recordada entre las mejores obras de su filmografía.