"Las cosas de la vida"
El cine trabaja casi siempre con ficción. Y si nos ponemos más rigurosos, podemos decir que realmente la objetividad no existe dentro de ningún ámbito, por lo tanto el séptimo arte definitivamente siempre ahonda en una visión de la realidad distorsionada o en el plano de lo ficticio.
Eso no quiere decir que no existan películas, realizadores y guionistas que intenten mostrar el lado más humano y realista de una historia sino que, en general, es algo complicado trabajar sobre lo cotidiano sin caer en el aburrimiento y también lo es tratar de garantizar el entretenimiento en base a no distorsionar demasiado esa realidad.
Por eso no suelen hacerse muchas producciones de este estilo. Al menos destinadas a la pantalla grande donde el tiempo, por ejemplo, es un factor clave.
Los dramas y las comedias (géneros que suelen mezclarse con resultados ambiguos) hacen equilibrio entre lo racional y lo absurdo de sus argumentos. A veces la balanza se inclina demasiado hacia un lado, otras veces hacia el otro y la realidad es que los extremos nunca ofrecen resultados completamente buenos.
“Una segunda oportunidad” tiene un merito que se destaca por encima de todas las cosas y es que el guión escrito por Nicole Holofcener (directora también del film) logra combinar en pequeñas dosis el drama y la comedia en el contexto realista, simple y cotidiano donde se desenvuelven sus personajes.
Y la verdad es que es interesante ya que el disparador del film es lo suficientemente consistente como para dispararse a cualquiera de los dos extremos (real o absurdo) dentro de cualquiera de estos dos géneros. Sin embargo, siguiendo su tradición de pequeños trabajos simplistas, Holofcener vuelve a demostrar que la clave siempre radica en el pulso y el tacto que se tiene a la hora de escribir una historia y dirigir un film.
Por eso seguimos los pasos de Eva (gran trabajo de Julia Louis-Dreyfus), una masajista que lleva 10 años divorciada y está al borde de afrontar un momento importante de su vida como lo es la partida de su única hija, Ellen (Tracey Farewey), a la universidad.
Dentro de ese contexto de cambios, conoce en una fiesta a Marianne (Catherine Keener) una cliente que de a poco se irá convirtiendo en su nueva amiga y a Albert (el ya entrañable James Gandolfini), con quien empieza una relación amorosa sin conocer una extraña coincidencia que le depara el destino: Él es el ex esposo de Marianne y también se prepara para la partida de su hija.
Con buenos y genuinos momentos de humor, enredos y situaciones no tan descabelladas que agitan un poco el relato y pequeños pincelazos de un drama que no es más que una leve y sencilla reflexión sobre el paso del tiempo, el amor y las inevitables vueltas de la vida, “Una segunda oportunidad” es un film que se deja ver y se disfruta bastante.
Quizás lleve el peso de ser una película chica, con una historia más idónea para desarrollarse en otros medios, pero no por eso el nuevo trabajo de Holofcener deja de ser una linda y colorida anécdota retratada de forma precisa dentro del séptimo arte que, sin ser perfecta (nunca lo aspira), es muy reconfortante y digna.
Vale la pena darle una oportunidad.