Un enigma llamado Emily Dickinson
Con maestría, el británico Terence Davies retrata a la gran poeta estadounidense.
Emily Dickinson es considerada la mayor poeta estadounidense, pero, tal vez por haber alcanzado ese sitio póstumamente, su biografía se prestó a contradicciones. Suele ser descripta como alguien enfermizo, misántropo, dedicado sólo a su familia y a su literatura; también, como una persona con un gran sentido del humor y la ironía, desafiante de la religión y las reglas sociales, jamás resignada al rol que se le reservaba a la mujer en el siglo XIX. Lo seguro es que le pertenecen algunos de los mejores versos que se hayan escrito.
Era un personaje que necesitaba ser tratado con una sensibilidad como la de Terence Davies, uno de los cineastas británicos más personales (pero poco conocido en la Argentina: éste es apenas el segundo de sus ocho largometrajes que se estrena más allá del Bafici y Mar del Plata). Davies eligió retratar las dos facetas que, se supone, mostró la poeta: su talento, su inteligencia, la profundidad de su espíritu y, también, su comportamiento patológico. Pero, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de las biopics, su arte está en primer plano.
La clave está en los chispeantes y descarnados diálogos: alejados de cualquier solemnidad, algunos parecen poemas en sí mismos; de hecho, muchas líneas de Emily Dickinson están tomadas de sus propios versos (que también aparecen directamente recitados por ella). Esa esgrima verbal, que exige máxima concentración, le da a la película gran parte de su carácter teatral, reforzado por la naturaleza de las escenas. La mayoría transcurre en interiores, con los personajes quietos: las que se mueven, y a toda velocidad, son sus neuronas y sus lenguas. Eso sí: mucho de lo que Una serena pasión gana en ingenio, lo pierde en sentimiento.
En cada plano, Davies demuestra toda su pericia visual: las tomas parecen cuadros de algún gran maestro holandés. También, una gran destreza en la dirección de actores: sobre todo, es sorprendente el trabajo de la protagonista, Cynthia Nixon (Miranda Hobbes en Sex and The City), que sabe ponerle alma a la poeta, y voz a versos como estos: Qué tristeza ser alguien/ qué público: como una rana/ decir el propio nombre junio entero/ para una charca admiradora.