ENCIERROS ENCANTADORES
El cine burdamente llamado “de época” se le da muy bien al británico Terence Davies y así lo demostró en el 2015 con la dramática Sunset song, donde -como aquí- cuenta con una factura técnica de una belleza exorbitante y una minuciosidad solemne. Esta vez deja la dura vida de campo, pero nuevamente se centra en el protagónico femenino desde la biografía de la famosa poeta norteamericana Emily Dickinson, contemporánea de las inglesas Jane Austen y las hermanas Brontë. A partir de una atmósfera de clase acomodada dentro del contexto adulto y familiar de Dickinson durante la Guerra de Secesión de EE.UU., Davies cuenta lo brillante y ácida de esta mujer adelantada para su época. Una figura femenina apasionada por las letras y la crítica social en un mundo donde esas virtudes no le correspondían a una “dama”.
Davies retrata a la perfección cómo esta artista pasa del anonimato a la inmortalidad sin la necesidad de resaltar en vida sus obras. Precisamente en Una serena pasión se muestra ese misterio que engloba a su biografía desde el encierro un poco voluntario y otro, limitado por una enfermedad creciente que la aquejaba desde muy joven a postrarse en la cama. Ese mismo misterio que no puede resolverse -por los avatares propios de la vida- ni explicar cómo esta poeta pudo describir sentimientos y acciones que jamás transitó con una claridad sorprendente en versos románticos. Algo similar como esa genialidad innata de iluminados, señores escritores como Shakespeare o Flaubert, para describir sensaciones propias del mundo femenino en sus personajes protagónicos.
Dickinson era un ser sensible y sorprendente que pendulaba entre comentarios ácidos y una brillante intelectualidad descollante propia de su nivel social. Podía desafiar a quienes la rodeaban sobre cualquier temática de conversación ganando con su cosmovisión del mundo. Y a la misma vez aislarse completamente de él. Por ello, el film se centra en pocas locaciones donde prepondera su casa paterna y única morada más un pequeño círculo social que se va achicando conforme pasan los años.
Una serena pasión trata de la quietud y tranquilidad de un ser frente al progresismo y los cambios de la vida. Esto se refleja tanto en la fotografía como en la utilización de la luz que genera exquisitos claroscuros contrastantes. Lo que con el pasar narrativo propaga ese clima asfixiante e intimista de encierro progresivo al que Dickinson se somete desde su juventud hasta la adultez.
Los planos en cadena son elogiables y cuentan con peso propio como si de cuadros pintados se trataran. Esa belleza apabullante que sólo Davies, como eximio experto, maneja. Otra de las aristas interesantes en esta película y en el cine de Davis es la utilización de los diálogos que en un principio resultan acartonados y densos. Parece como que los actores recitan estrofas memorizadas. Sin embargo, con el correr de los minutos, el espectador comienza a naturalizarse con ellos por el mismo clima dramático que nos arrastra junto a la protagonista.
Por suerte, Una serena pasión cuenta con pasajes de humor contenido e ironía propia de la época y del mundo interno de Emily -sorprendentemente interpretado por Cinthia Nixon, “la colo” de Sex and the city-. Algo totalmente diferente en su carrera y que la luce con creces actoralmente hablando. Davies logra así una visión delicada y soberbia en este biopic dentro de un universo cinematográfico cada vez más comercial que carece de esa exquisitez poética necesaria. Un cine no apto para cualquiera. Un cine que exige un espectador sensible y paciente.