Ricardo Ottone (Subjetiva):
Dos desconocidos en un lugar extraño, juntos por un breve lapso y unidos por la casualidad. Tal es la premisa. Lucía y Horacio coinciden la última noche del año en un hotel en Puerto Iguazú. No están ahí por propia voluntad sino porque, por culpa de una tormenta, los aviones que los transportaban a sus respectivos destinos tienen que hacer en esa ciudad una parada forzosa y reprogramar la continuación del viaje para el día siguiente. Tras un encuentro y una charla casual en el bar del hotel y de haber hecho algún tipo de conexión, deciden pasar juntos la noche de Año Nuevo. El hecho de tratarse de perfectos extraños lejos de sus casas y la probabilidad de que no vuelvan a encontrarse, es la excusa para un juego que Horacio le propone a Lucia y ella acepta: durante esa noche todo lo que se digan será verdad, después de todo, no habrá consecuencias. O eso creen ellos.
Lucia y Horacio están interpretados por Emilia Attias y el “Turco” Naim Sibara, que además son una pareja conocida en la vida real y aquí demuestran que tienen química también en la pantalla. El realizador Luis Hitoshi Díaz (Hoy, Hérxs del 88) y la guionista Laura Gargarella (Motivos para no enamorarse, Verdades verdaderas, la vida de Estela; Invisible) sitúan su historia y sus personajes en ese no lugar fuera de tiempo, como en un instante de vida suspendida. Siendo el entorno y el otro algo tan ajeno a ellos, a su vida cotidiana, que paradójicamente les ofrece la oportunidad de ser ellos mismos. En este caso los protagonistas están pasando por un momento personal de crisis, de pareja y de vida, y la circunstancia en que el azar o el destino los colocó es también la oportunidad para la catarsis. El riesgo, claro, es que eso que les parece inofensivo en realidad no lo sea tanto. El interés está entonces en aquello que los protagonistas puedan revelar de sí mismos y abrirse al otro y en qué medida evoluciona ese vínculo que arranca de cero pero inevitablemente se va convirtiendo en otra cosa.
El film remite a la propuesta de Antes del amanecer (1995) y también en buena medida a la de Perdidos en Tokio (2003). Pero si ambos ejemplos lo que se destacaba y los hacía disfrutables era la frescura, el humor y el desenfado, en Una sola noche gana la solemnidad que se despliega en pretenciosas parrafadas acerca de la vida, el amor o el destino que los personajes van soltando mientras se van desplazando de un ambiente al otro del hotel. Si el encuentro de los protagonistas arranca con liviandad y un duelo verbal donde ambos se van midiendo, a medida que avanzan la noche y las confesiones, el tono se va volviendo cada vez más grave y con una buena dosis de afectación. La química entre Attias y Sibara es la que logra mantener por un tiempo el interés, pero esta por sí sola no alcanza. La tensión amorosa que se insinúa al principio se va diluyendo, la premisa presuntamente ingeniosa se agota rápidamente y el film naufraga en un intento de trascendencia insostenible.
UNA SOLA NOCHE
Una sola noche. Argentina, 2021.
Dirección: Luis Hitoshi Díaz. Intérpretes: Emilia Attias, Naim Sibara. Guión: María Laura Gargarella. Fotografía: Federico Frazer. Música: Iván Rusansky, Daniel Ortega, Fabián “Zorrito” Quinteiro. Montaje: Mariana Durán. Producción: Hugo Castro Fau. Dirección de Producción: Alejandro de Benedetti. Jefe de Producción: Sebastián Sires. Duración: 74 minutos.
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