A Hidden Life es el nuevo experimento en cuestión. El tono celestial está aquí relacionado con la encarnación absoluta de lo maligno en la Tierra. El nacionalsocialismo no tiene historia ni antecedentes, ni tampoco una genealogía; es un residuo de un demiurgo, una plataforma simbólica en la que anidó la representación del Mal en toda su dimensión: Adolf Hitler, a quien se lo ve en un par de materiales de archivos trabajados con particular cuidado, acaso subrayando su banalidad e insignificancia, es un misterioso costado documental que está añadido A Hidden Life, como si fuera una forma de conjura retrospectiva. El sortilegio es el siguiente: a través de este poema teológico visual, se puede redimir la mácula espiritual que esparcieron las décadas del 30 y del 40 en el siglo pasado.