Es de esas producciones gratas de ver, con un conflicto previsible y una trama que tiene puntos de contacto con lo que sufrieron en la realidad los dos protagonistas: Liam Neeson y Micheál Richardson, padre e hijo en la ficción y en la vida. Pero en este film escrito y dirigido por James D´Arcy , también encontramos la inteligencia de correrse del melodrama, la inclusión de no poco humor, y esa sabiduría para la comedia dramática que Neeson maneja con maestría y muy medida gestualidad, tan lejos de sus producciones de acción. Un pintor famoso, que hace mucho que no presenta su producción, muy desconectado de la vida de su hijo, que necesita ejecutar una herencia que comparten. El hijo se acaba de separar y su ex amenaza con vender la galería que administra, que es su vida y desea adquirir. Con esa excusa de dinero urgente padre e hijo se dirigen a la Toscana para vender una villa cuasi abandonada. La circunstancia perfecta para convocar recuerdos de la madre muerta en un accidente, los secretos no revelados, la falta de contención y las facturas que acumula el tiempo. Mas un poco de romance. Un elenco bien elegido, no pocas escenas muy bien resueltas y otras obvias.