Muchas manos en un plato…
El videojuego de PlayStation salta a la pantalla grande con Tom Holland como el aventurero Nathan Drake.
¿De qué va? Nathan Drake, un buscavida que sobrevive con artimañas, es encontrado por Victor Sullivan, un cazarrecompensas que trabajó con Sam, el hermano desaparecido de Drake. Juntos deberán embarcarse en la búsqueda del tesoro perdido de Magallanes, no sin enfrentarse a Moncada, un empresario que reclama la misma fortuna.
Antes que nada, cabe aclarar que soy un fan acérrimo del mundo creado por Amy Henning y compañía. Gracias a sus historias y al mismísimo Nathan Drake, ese cazarrecompensas tan atorrante como insoportable, como jugador, y como espectador por qué no, pude revivir esa emoción heroica y aventurera de transitar páramos peligrosos, llenos de secretos y tesoros deslumbrantes. Desde Perú hasta Nepal, de encontrarse con El Dorado a transitar la mismísima Atlántida de las Arenas, la travesía de Nathan Drake, y de cómo sus amigos y confidentes Sully y Elena lo ayudaron a no morir en algún rincón mohoso del planeta, es una de las experiencias más ricas, gratificantes y sanadoras que existen en el mundo videojueguil.
Tras esta introducción, y dejando en un cajón el amor que siento por la saga, aclaro que esta crítica va a ser en base a la película como obra audiovisual autónoma y no como adaptación, ya que debería de centrarme en cómo un videojuego, con sus propias mecánicas y reglas, logra reducirse a apenas dos horas de duración. En este contexto, ningún videojuego, o incluso libro u otra fuente adaptable, lograría «llenar las expectativas» de los fanáticos juzgadores que esperan con ansias destripar el film en busca de situaciones “fieles” o caracterizaciones exactas. Eso dejémoslo para los blogueros haters. De más está decir que hay guiños y un cameo que sacará alguna que otra sonrisa, pero eso no nos importa a la hora de analizar el verdadero contenido de la trama, ya que estos chascarrillos son eso; guiños de la producción para hacernos levantar el índice cuál DiCaprio en el sillón.
Sin mucho más preámbulo, paso a comentarles por qué la última película de Ruben Fleischer (Zombieland, Gangster Squad, Venom), bah, de Sony, no solo es paupérrima a nivel ejecución, sino que el mero motivo de su existencia es, y sin hacerme el tonto en que otros tanques hollywoodenses tienen el mismo objetivo, la plata. Mucha plata. ¿Promocionar indirectamente la remasterización de los últimos dos juegos de la saga para PS5? ¿Expandir el mundo multimedial? Poco importa la respuesta, ya que con esta película se responde lo único que necesitamos saber: Uncharted es otro intento descarado y fallido de llevar un mundo riquísimo a una adaptación que tuvo más manos que amor propio.
No hace falta demasiado tiempo en pantalla para darse cuenta de que la representación de las escenas más emblemáticas de los juegos va a buscar ser las verdaderas protagonistas del film. Ni bien comienza vemos a un Nathan Drake gritando “¡Oh, crap!” mientras escala desaforadamente por un cargamento que cuelga de un avión en pleno vuelo. Un flashfoward que inyecta en el espectador la adrenalina suficiente para que se peguen a la pantalla y así ver cómo se desenvuelve el accionar de nuestro protagonista y qué lo hizo llegar a allí. Es acá, y en todo el resto del film, que presenciamos la decadencia de un guión tan desnutrido como lastimoso.
Con una presentación de personajes tan insulsa y genérica que nos hace preguntar si de verdad recurrieron al visionado de alguna película del género para inspirarse, con diálogos que escupen información con el mismo tono de decibeles durante todo el film, dudando de si en estos actuantes corre sangre o solo un esquema mal diseñado y con situaciones que apenas cumplen correctamente con lo que una obra de esta índole puede ofrecernos, Ruben Fleischer nos trae un proyecto emparchado, que estuvo en desarrollo tanto tiempo que esa pizca de amor que inició todo quedó en un pasado ya olvidado.
Recuerdo a Joe Carnahan diciendo que el guión que estaba preparando era sobre una aventura completamente nueva para nuestro Nathan, algo que, sin contar que el director tiene alguna que otra película disfrutable en su catálogo, traía cierta luz sobre un proyecto que no necesitaba existir. Ya alcanzaba con las cientas de cinemáticas y el gran desarrollo de la historia que tienen los juegos para saciarnos del aventurero por largo rato. Aún así, tanto Joe como ese guión quedaron en el olvido, haciendo que el plan para traer a la pantalla grande a Nate y compañía quedara en la deriva hasta que hoy, 2022, concluya en el estreno no de la película del buscador de tesoros, sino de «la nueva de Tom Holland«.
Con el actor inglés encabezando el poster, y con un Mark Wahlberg que le pone la mejor (aunque, por favor, no hables más en español) para sacar a flote a un Sully que, a pesar de todo, es el que más aciertos tiene dentro de este caos, Uncharted no es más que una sucesión de escenas inconexas que terminan en la pobre representación de aquellos momentos icónicos de la saga, confundiendo la palabra “adaptación” con “darle la banana al mono”. No me confundan, sé que la intención era esa, pero no me la hagan tan obvio, che.
Ah, y para concretar, la escena post créditos tiene más espíritu y ganas que toda la película. ¿A qué les hace acordar esto?