Reciente visitante del BAFICI, el director francés de El precio de un hombre ganó el premio FIPRESCI en la Mostra de Venecia 2016 con esta poco convencional transposición de la célebre novela.
Regresar a Guy de Maupassant y al siglo XIX requiere de agallas y, sobre todo, de talento para no caer en los lugares comunes de las épicas históricas ni en los vicios preciosistas del cine de qualité.
Stéphane Brizé sale más que airoso del desafío con una película que -tanto por su tono como por su apuesta narrativa y visual- luce mucho más moderna y feminista que tantos films anquilosados con que nos suele bombardear el cine de época.
Judith Chemla se luce como Jeanne, la torturada heroína de familia burguesa en la Normandía de 1819 que va cayendo en la miseria (y en la locura) mientras sufre a la distancia por las desdichas de su hijo en Inglaterra. El espesor dramático y psicológico buscado (y claramente logrado) no se traduce en falta de interés o de fluidez en el resultado final.
El director de Mademoiselle Chambon (Une Affaire d'amour), Algunas horas de primavera y El precio de un hombre logra una transposición de la célebre novela naturalista publicada en 1883 que excede por mucho el mero ejercicio reverencial para “traicionar” al autor cuando así lo necesita a la hora de recortar o escatimar ciertos elementos o precisiones y apelar a la inteligencia, el compromiso y el discernimiento del espectador.