Ahí está el detalle
Película basada en la primer novela de Guy de Maupassant, ¨Una vida”, el maestro del cuento de terror francés, poseedor de una pluma naturalista equiparado al estilo de Emile Zola, quien termina de instalarse como un narrador completo con esta novela.
El filme es narrado desde los recuerdos de lo que fuera la vida, casi martirológica, de una integrante de la pequeña burguesía francesa de primera mitad de siglo XIX, todavía poseedora de títulos nobiliarios.
El director de “Mademoisella Chambon” (2009), “Algunas horas de primavera” (2012) y “El precio de un hombre” (2015) vuelve a construir una historia de personajes, en este caso, como en su ultimo opus, con un protagonista casi exclusivo. Obra intimista, delicada, plagada de detalles.
Detalles en las actuaciones, formidable Judith Chemla en la composición de su heroína Jeanne, que van desde los gestos, las miradas, silencios, hasta los exabruptos de la locura, de amor y de odio.
Detalles narrativos sostenidos por la dirección de arte en general y de la fotografía pastel, colores opacados sin brillo, en particular, establecidos a partir de un manejo de cámara con planos quietos, lentos si se quiere, sin estridencias, que logra transmitir las emociones por la que circula Jeanne.
Detalles en su construcción toda, un gran flash Back, pero con rupturas temporales, con una voz en off que nos va a ir contando que la mueve a esos recuerdos, imágenes aisladas que aparecen como inconexas, pero que terminan por darle coherencia a un relato que de otro modo hubiese dado la sensación de un rompecabezas con piezas faltantes.
Detalles de la historia establecida, que se desarrolla casi íntegramente, en un mansión en Normandía, el relato va, más o menos, de los años 1844 a 1819 a 1844. Jeanne es una chica joven, cándida, colmada de sueños infantiles, al regresar a casa, tras estudiar en un convento, lo hace con una vida que cree asegurada.
Sus padres anticipadamente a su retorno la han establecido en matrimonio con un joven de la nobleza en desgracia económica, situación muy común en los albores del siglo XIX con una clase burguesa en apogeo.
Pero luego, nada es lo que parece, y el sueño se rompe, un hijo, el aislamiento, la crueldad del deber ser, se van minando lo que alguna vez fue un proyecto de vida.
Un pequeño espacio, una vida menoscabada, valen de polifonía a una abstracción de lo supuestamente pasional, a una disipación en representación de abandono hacia lo ignoto. Algo de brutal predestinación bosteza en las ansias del personaje de Jeanne. Poéticamente silenciosa, con un solemne uso de la temporalidad entre escenas, pero ensordecedora en tanto desgarradora caída.
El merito del director reside en la elección de contar desde la emotividad del personaje una película pequeña, de una historia pequeña, de un personaje pequeño y delicadamente, fuerte, ahí está el detalle.