Marzo 18 de 1957, fugan del penal de Río Gallegos seis altos miembros del Movimiento Peronista, presos por la Revolución Libertadora. Se trata de Jorge Antonio Chibene, financista, José Espejo, jefe de la CGT (ellos la organizaron), John William Cooke, jefe izquierdista de la Resistencia, Guillermo Patricio Kelly, jefe de un grupo ultraderechista, (ambos a favor de la lucha armada peronista), Héctor J. Campora, presidente de la Cámara de Diputados, y Pedro Gomis, dirigente petrolero. Todos son bienvenidos en Chile, salvo Kelly, que arrastra cargos por delitos comunes.
Para lograr esa "fabulosa piantada", como la definió Perón, fueron precisos el médico del penal, un estanciero residente en la frontera y otros cómplices, un telegrama con falso mensaje de familiar enfermo para alejar por unos días al guardiacárcel más bravo, unos dinerillos para sobornar a los otros (algo así como el equivalente a 40 sueldos mensuales) y la vista gorda de un jefe de unidad. El relato de Martín Desalvo incorpora en papel activo a la esposa del financista, se toma sus permisos, aísla y reduce a cuatro el número de presos: Jorge Antonio, Cooke, Campora y Kelly, como puntas cardinales del variado pensamiento peronista, que el jefe a cargo sintetiza de modo terminante: "¡Son todos chorros!" Elogiables los intérpretes (Delgado, Spregelburd, Belloso y Gentile), la puesta en escena con pocos elementos, la fotografía y los encuadres de Nicolás Trovato, yendo del blanco y negro al color, y la música de Jorge Chikiar. Rodaje en el Centro Boado Garrigós y la excárcel de Caseros.