Una película con buenas ideas e intenciones que difícilmente se trasladan a la pantalla.
El ombligo del mundo
Desde que sus padres murieron, Uno se acostumbro a la soledad y la rutina. Vive solo en un caserón grande, todos los días almuerza salchichas con puré, trabaja durante el día en un empleo sin futuro, juega al fútbol y va a la cancha a ver los partidos de Quilmes, club de sus amores, a los cuales asiste junto con su mejor -y aparentemente único- amigo Bigote. Pero todo esto cambiará cuando Uno conozca a Una, con quien pronto termina conviviendo. Esto termina causando un cortocircuito en la vida Uno, quien se había acostumbrado a la soledad y de repente se siente agobiado por las responsabilidades de una relación seria. Es entonces cuando deberá decidir entre regresar a la soltería o comenzar a planear una nueva vida junto a Una.
Siempre se hace difícil el momento de sentarse a escribir sobre una película como Uno Mismo. Bajo la dirección de Gabriel Arregui, y partiendo de un guión propio, el film cuenta con una buena cantidad de elementos que lo vuelven atractivo dentro de las propuestas nacionales que andan dando vuelta por los cines en estos días. El primero y principal quizás sea la presencia de Chino Darín, quien a comienzos de año participó de la divertidísima Voley (aunque mi compañero Fede Cobreros no opine lo mismo), y luego pudimos ver lo mejor de su faceta dramática (hasta hoy) en Pasaje de Vida y la mini-serie Historia de un Clan. Aparte de esto, Uno Mismo es una comedia que apunta al público joven, demografía injustamente olvidada por estos lares, y más extraño aún dentro de la filmografía argentina son su registro y estética, que por momentos nos recuerda a (500) Días con Ella, de Marc Webb, aunque ajustada a sus posibilidades, claro. La película en todo momento se siente como un trabajo artesanal que nace con las mejores intenciones, y en donde cada plano hay un genuino interés de buscar contar una historia, que parece muy cercana a su guionista y director.
Pero, como dice aquel famoso dicho, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Estas, al igual que otras interesantes y buenas ideas que nos propone el film, terminan siendo víctima de su propio guión. En las páginas pudo haber parecido simpático llamar a los personajes principales Uno (Chino Darín) y Una (María Dupláa) y constamente jugar con sus nombres para hablar de generalidades. Pero esto rápidamente se vuelve tedioso, especialmente cuando se ponen en pantalla frases como "UNO hace lo que puede", que sirven como intertítulos pero que al mismo tiempo solo están para subrayar y resaltar todavía más una idea que ya está plasmada en la historia. Y si bien avanza con buen ritmo y hacia un objetivo claro, tiene problemas para resolverlo en el tercer acto, donde termina pisando el acelerador y resolviendo algunos de los conflictos de una forma que se siente un tanto aleatoria.
Chino Darín y María Dupláa hacen una dupla con mucha carisma y buena química, y muchos de los mejores momentos son justamente con ellos dos en pantalla. Cuando es el turno de Darín para llevar adelante la historia solo lo hace de forma adecuada, incluso teniendo que ponerle el pecho a momentos y recitar diálogos que no lo ayudan en lo más mínimo. Otro acierto sin dudas es la divertida participación de Martín Policastro como Bigote, mejor amigo de Uno y a quien solo vemos a través de los primeros planos de, justamente, su bigote.
Conclusión
Uno Mismo es una película atípica para el cine nacional y es para celebrar que se sigan buscando y apostando a nuevas formas de contar una historia. Pero a pesar de sus buenas intenciones, el film parece tener la necesidad de subrayar constantemente sus ideas, y donde el recurso de los intertítulos termina volviéndose redundante, aparte de una resolución poco satisfactoria. Pero si no sos muy exigente y estás buscando una historia con la que te puedas identificar, que hable sobre la soledad, el amor y la vida en pareja, vas a encontrar en Uno Mismo suficiente razones para, por lo menos, pasar un buen rato, pero no esperes mucho más que eso.