Solo en la madrugada
El personaje de esta ópera prima de Gabriel Arregui, Uno mismo (2015), vive solo, se cocina, escucha los partidos de Quilmes y ataja en sus ratos de ocio. Sus padres fallecieron y esa casa que habita le queda grande, aunque cómoda. Su mundo interior, o aquello que pasa por su mente, es el cable a tierra para salir de una inercia producto de esa soledad ya aceptada. Uno, nombre del personaje en cuestión, en la piel del “Chino” Darín, divaga en los semáforos y escribe grafitis para trasmitir sus inquietudes y pensamientos, pero se ve seducido por la convivencia con una joven.
Es instantáneo el romance, la fogosidad en la cama y el cambio de perspectiva cuando entra en la vida del muchacho, Una, interpretada por María Dupláa, quien rápidamente logra instalarse en la casa por consenso, aunque no alcanza a penetrar en el mundo interior de su pareja.
El tono elegido por Arregui, así como la apuesta a recursos distintos, en términos cinematográficos, como la inserción de dibujos animados, o por ejemplo recortes en el encuadre para escapar de un registro realista y generar atmósferas de intimidad durante el desarrollo del relato, hace de esta ópera prima una película interesante y atractiva al espectador.
Las actuaciones del “Chino” Darín y María Dupláa resultan convincentes, transmiten buena química entre ellos y logran la credibilidad necesaria para que el espectador participe de las sutiles crisis de pareja o de los momentos íntimos en los que la cámara de Gabriel Arregui encuentra el lugar ideal para no atosigar y acomodarse a los detalles del plano.
Uno mismo, entre otras cosas, habla de la soledad y de la difícil tarea de romper esa inercia de no estar dispuesto a un cambio interno, o por lo menos intentar cambiar para volver a arriesgar.